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Por Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
Así como diciembre convoca al fervor guadalupano, la movilización estimada en 13.5 millones de peregrinos hacia la Basílica requiere una estrategia de vigilancia capaz de anticipar riesgos y responder con precisión.
Un flujo humano de esta magnitud no se vigila únicamente con voluntad; requiere ingeniería pública, tecnología y una lógica de prevención madurada con cada edición de esta peregrinación y la totalidad de las capacidades institucionales dispuestas.
Más allá de un operativo anual, la vigilancia en torno a la Basílica se ha convertido en una plataforma de ensayo para desafíos de escala global, incluida la Copa Mundial de Futbol 2026.
El C5 ha encontrado en este operativo un laboratorio real donde poner a prueba su capacidad de monitoreo, reacción y control territorial. Más de 200 cámaras siguen trayectos, cruces y embudos peatonales en tiempo real, y 114 altavoces emiten mensajes y conectan a peregrinos con operadores.
En el centro de la estrategia y en contribución al operativo instruido por la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, está el C2 Móvil, un puesto de mando en movimiento, con mástiles telescópicos y cámaras de videovigilancia integradas que monitorea accesos, salidas y corredores por donde transitan millones de personas.
Desde ahí se enlazan sistemas que expanden la visión más allá de La Villa: Calzada de Guadalupe, Eje Central, el Metro Basílica, el CETRAM y las rutas peatonales que confluyen en la explanada. Cada ángulo queda integrado en un mismo tablero digital.
Además, el 9-1-1 complementa esta red. Cualquier alerta puede encontrar una ruta inmediata hacia los equipos de campo. La vigilancia es un puente entre autoridad y ciudadanía.
La magnitud del operativo es respuesta a un evento religioso y prólogo de la Copa Mundial de Futbol 2026.
