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Por Ricardo Sevilla
César Duarte Jáquez es un delincuente. Pruebas hay (y sobran) sobre las fechorías de este sujeto.
Había tratado, con uñas y dientes, de evadir la justicia. Pero ahora no parece tenerla fácil.
Déjeme explicarle que el (nuevo) arresto del exgobernador priísta de Chihuahua marca un giro estratégico en su batalla legal. Y es que, tras ser liberado por un tecnicismo procesal en el fuero común, la Fiscalía General de la República (FGR), bajo la dirección de Ernestina Godoy, ha intervenido para iniciar un segundo proceso penal, esta vez de fuero federal, por el grave delito de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita (Lavado de Dinero).
Este movimiento –que muchos aplaudimos– pretende asegurar que el exmandatario no evada la justicia, a pesar de las fallas o los límites de tiempo de la jurisdicción local.
Pero expliquemos las cosas a fondo.
La liberación de Duarte en 2024 se debió a que la jueza penal confirmó que se había vencido el plazo constitucional de dos años para la prisión preventiva dictada en el caso de Peculado, lo que obligó a otorgarle la prisión domiciliaria y brazalete.
La FGR –ya sin la perniciosa influencia de Gertz Manero– ha reaccionado 18 meses después con el nuevo cargo de Lavado de Dinero, asegurando su nuevo arresto y un proceso federal que es independiente.
Pero le digo más: el delito de lavado de dinero está directamente relacionado con la estructura de desvío de fondos que operó durante su gobierno.
Y es que la red de corrupción de Duarte contrató 519 empresas fantasma (también conocidas como EFOS o Facturadoras de Operaciones Simuladas) para justificar el desvío de recursos.
A través de estas empresas se simuló desde el gobierno de Chihuahua la prestación de servicios, la compra de medicamentos, la contratación de obras públicas y hasta publicidad oficial.
Hay tontos que han salido a defender a este tipo en las redes sociales. Pero cuando un exgobernador necesita 519 empresas fantasma para operar, por favor: de lo que estamos hablando es de corrupción estructural, no de un mero desliz.
