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Elementos del Cuerpo de Seguridad Auxiliar del Estado de México realizaron una protesta para exponer una serie de arbitrariedades que, dicen, se han normalizado.
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En el Valle de Toluca, el estruendo habitual de Paseo Tollocan se quebró cuando una fila de policías auxiliares tomó la avenida estatal para exponer, no un deber operativo, sino las fallas que los han puesto al borde del colapso laboral.
Sin armas, pero con pancartas que revelaban su inconformidad, más de treinta integrantes del CUSAEM interrumpieron el tránsito para acusar al Estado de prácticas que califican como abusivas y contrarias a su labor.
La inconformidad tiene un origen que arrastra meses. Los elementos denuncian que parte de su quincena es retenida bajo el argumento de “aportaciones obligatorias”, las cuales consideran un desvío disfrazado.
“No es cooperación ni cuota; es un descuento que nadie explica y del que nadie rinde cuentas”, reclamó Iván Chávez, quien fungió como vocero durante la manifestación.

A ello agregan destituciones inesperadas y el ingreso de mandos provenientes de otros estados sin pasar por un proceso de capacitación, lo que —aseguran— vulnera la operatividad de la corporación.
Pero el tema más sensible emergió cuando varias policías revelaron que han sido sometidas a presiones y comentarios de índole sexual por parte de superiores. Una agente, cuya identidad fue reservada, relató entre lágrimas que, al rechazar insinuaciones de un mando, fue acusada de faltas inexistentes.
Los elementos del CUSAEM explicaron que, además de las irregularidades internas, trabajan sin equipo suficiente y bajo la constante amenaza de perder su empleo sin un proceso claro de defensa.
Esto, afirman, no solo afecta su estabilidad personal, sino la seguridad de miles de ciudadanos que dependen de su labor. Por ello acudieron a la Cámara de Diputados para solicitar una revisión integral de la estructura administrativa que encabeza la corporación.
