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Por Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
Nadie se lo esperaba. El domingo pasado, el expresidente Andrés Manuel López Obrador difundió un video en redes sociales donde, por un lado, presentó su nuevo libro -Grandeza- y, por el otro, envió varios mensajes: al pueblo de México, a quienes simpatizan con la Cuarta Transformación y a sus opositores, dentro y fuera del país.
La reacción fue inmediata. Miles de personas celebraron volver a verlo, aunque fuera en redes. Hubo una avalancha de comentarios positivos: felicitaciones, muestras de apoyo, reconocimiento a su trabajo como mandatario y una enorme expectativa por leer Grandeza.
En contraste, la oposición recibió el video con molestia. De inmediato comenzaron a criticarlo e inventar teorías absurdas sobre los motivos de su reaparición: que buscaba “retar” al poder; que enviaba un mensaje cifrado a Claudia Sheinbaum; que la Cuarta Transformación estaba tan mal que tuvo que salir a defenderla. Un festival de elucubraciones.
López Obrador fue claro. Salió a presentar su libro y reiteró -como siempre lo ha dicho- que está retirado de la vida pública. Recordó lo que mencionó incluso cuando aún era presidente y ya se sabía que Claudia Sheinbaum había ganado la elección: solo volvería a la arena política si la mandataria se lo pidiera o si la democracia estuviera en riesgo.
Ahora añadió otros elementos. Dijo que solo rompería su retiro si: a) la derecha intentara dar un golpe de Estado, b) fuera necesario defender la democracia, o c) se pusiera en peligro la soberanía nacional.
Ese mensaje tiene destinatarios muy claros: los grupos opositores que desde hace tiempo coquetean con la violencia —como se vio en la marcha de la llamada “Generación Z”— y que recientemente rogaron a Donald Trump que interviniera en la vida política de México.
La presentación del libro fue eso… pero también fue una advertencia. Un aviso para quienes, obsesionados con proteger sus privilegios, están dispuestos a incendiar al país.
