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Un adulto mayor de 64 años fue atacado por dos jóvenes armados en la colonia Jorge Jiménez Cantú, quienes lo interceptaron para robarle lo poco que portaba.
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El grito silenciado de una colonia entera estalló, en una exigencia desesperada por mayor seguridad la mañana del miércoles.
Mientras un hombre de 64 años caminaba hacia su hogar, la rutina se quebró ante la aparición de dos jóvenes quienes cuchillos en mano, le exigieron su dinero y, en un forcejeo angustiante, le arrebataron 300 pesos, lo único que traía en sus bolsas.
El mordisco de la violencia, una vez más, había elegido a un vecino de la colonia Jorge Jiménez Cantú, en Tlalnepantla, como víctima.
La rápida intervención de una patrulla cercana, alertada por la propia víctima, permitió la captura de los presuntos agresores, Jorge “N” y Jorge Alejandro “N”, sobre la calle Chiapas. Junto a ellos, se aseguraron las armas punzocortantes y el botín.
Pero, para la comunidad, la detención es apenas un parche en una herida que sangra desde hace meses.
“Lo que vivió don José es el espejo de lo que todos tememos cada día”, expresa, con voz entrecortada, Rosa Clara, quien ha visto transformarse su barrio en tres décadas. “Ya no es la tranquilidad de antes. Ahora calculas la hora, miras quién viene, aprietas la bolsa. Vivir con ese sobresalto constante es agotador”.
La sensación de que cualquier salida, incluso por algo tan simple como las tortillas, puede convertirse en una pesadilla está enquistada en el ánimo colectivo.
Don Luciano, otro vecino de larga data, observa con preocupación el perfil de los delincuentes. “Son muchachos jóvenes, pero con una frialdad que da miedo. Operan a cualquier hora, como si las calles fueran suyas. La detención de estos dos no va a espantar a los demás. Saben que la vigilancia aquí es intermitente, que todo se calma y luego vuelve”. Su reclamo se suma a un coro que pide no operativos relámpago, sino una presencia policial constante y disuasiva.
El mensaje de la colonia Jorge Jiménez Cantú es claro y contundente: la paz vecinal no puede depender de la casualidad de que una patrulla pase en el momento preciso.
