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Injerencismo

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Por Eduardo López Betancourt

RESPETO A MÉXICO

El término “injerencismo” se ha incorporado recientemente al lenguaje público para aludir a la intromisión de actores externos en asuntos internos, sobre todo en el ámbito diplomático y gubernamental. La postura expresada por la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, resulta contundente: ninguna nación debe operar dentro de México. Algunos analistas han planteado la posibilidad de que fuerzas militares estadounidenses ingresen al país con el argumento de enfrentar a los grupos criminales, incluso catalogados por ciertos sectores como “terroristas”. Su mensaje establece que esa alternativa es inadmisible, porque la soberanía nacional no puede ser cuestionada ni debilitada. El panorama se complica porque la violencia y el poderío de las organizaciones delictivas han alcanzado una dimensión internacional.

Sin embargo, en territorio mexicano sus efectos se sienten con mayor severidad: operan sin freno, asesinan, imponen cobros ilegales y restringen actividades comunitarias, generando situaciones comparables a un toque de queda. La visión planteada por la Presidenta merece respaldo, pero exige coherencia: México tampoco debe intervenir en otros Estados, pues ello ya ocasionó tensiones diplomáticas con Perú y Ecuador.

La política exterior requiere mantenerse firme en el principio enunciado por la mandataria: no intervenir y no permitir intervenciones. Esa directriz demanda apoyo unánime de quienes valoran la identidad nacional. Insistimos, México por naturaleza, es pacifista, pero más aún, tal principio, lo sugiere a nivel internacional. Nuestra historia ha sido sistemáticamente agredida, circunstancia que nos obliga a ser lo suficientemente cuidadosos en nuestra conducta externa, de tal suerte que debemos marginarnos de manera contundente, de intervenir en problemas externos a su vez que se pretenda alguien o algún estado, inmiscuirse en nuestros problemas nacionales.

La historia recuerda que en cierta época se pretendió imponer un emperador extranjero para “restablecer el orden”, decisión que desembocó en una tragedia con consecuencias irreparables. Evitar repetir ese error es indispensable. Al mismo tiempo, es urgente exigir una estrategia efectiva contra la criminalidad y la recuperación de la paz, perdida desde hace décadas.

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