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Cambiar para no cambiar

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Por Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez

Está por aprobarse la nueva “Ley de Aguas”, así, entrecomillada porque la emoción de ver una ley de justicia en el reparto equitativo del agua se ha ido literalmente diluyendo. De entrada el “pedir por favor” a los grandes acaparadores que regresaran sus excedentes ya implicaba una debilidad en el ejecutivo para manejar un tema tan delicado, sin embargo, por ser precisamente eso, un tema delicado, esta parte fue tomada como un gesto de buena
voluntad del gobierno por conciliar, sin embargo, a medida que pasaban los días, los cierres de carretera se hicieron evidente, no eran campesinos, sino acaparadores, terratenientes y revendedores, hicieron que Ricardo Monreal (el vocero de todo, el opinador de todo) fijara su “salomónica” postura y declaró que “habría cambios”.

Las mesas de discusión y conciliación con los manifestantes dieron su fruto y mágicamente, un buen día amanecimos con carreteras liberadas. El ejército de abogados corporativos entró en acción desde el primer momento, logrando que se relajara el proyecto original y que la esperanza de una repartición justa, cumpliera con el Artículo 4 párrafo 6 de nuestra Constitución que declara al agua como derecho humano de todos los mexicanos.

Volvieron a ganar las industrias extractivas, volvieron a ganar los acaparadores y los legisladores, defendiendo sus propios intereses, ya que varios de ellos son concesionarios están a punto de aprobar una legislación “bautizada” y de nuevo, solamente en beneficio de unos cuantos.

El gatopardismo, un término tomado de la literatura italiana que implica cambiar algo para que nada cambie es exactamente lo que está pasando con esta “nueva ley” tan salinista, tan neoliberal, tan rasurada para que al final solo quede en “mucho ruido y pocas nueces”.

¿El Senado le ganó la partida a la presidenta? Aquí los ganadores no fueron del pueblo sino de los poderes de siempre, es triste ver cómo los cambios de fondo se frenan de esa manera. Gente como los Monreal, que acaparan 843,460 metros cúbicos de un acuífero sobreexplotado, seguirán intocables y además, con penas y sanciones reducidas. Una gran oportunidad de justicia social que se ve truncada por la prevalencia de viejos esquemas priistas que en muy corto tiempo lo lamentaremos todos.

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