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Por Pedro Linares Manuel
En la entrada del templo masónico se alzan dos columnas cuya presencia impone respeto y misterio: J y B. No son simples elementos arquitectónicos; representan un umbral, una frontera entre el mundo profano y el espacio sagrado del conocimiento interior. Quien cruza entre ellas acepta el compromiso de transformarse y de penetrar en los secretos del propio ser.
Estas dos columnas encarnan la dualidad que sostiene la existencia. J simboliza la fuerza activa, la expansión, la voluntad que impulsa el movimiento. B representa la estabilidad, la receptividad y el equilibrio que contiene y orienta esa fuerza. Entre ambas se manifiesta la danza eterna de los opuestos: luz y sombra, razón y sentimiento, acción y contemplación.
El iniciado aprende que ninguna de las dos columnas, por sí sola, puede sostener el templo interior. La fuerza sin equilibrio se convierte en impulso ciego; el equilibrio sin fuerza degenera en quietud estéril. Solo la unión armónica de ambos principios permite que el ser humano encuentre su centro y construya con sabiduría su camino.
Cruzarlas implica un acto de integración. No basta con reconocer la dualidad; es necesario abrazarla. Cada ser humano lleva dentro de sí la energía de J y la quietud de B, la determinación y la sensibilidad, la lógica y la intuición. La tarea iniciática consiste en reconciliar estas polaridades para convertirse en un puente viviente entre ellas.
Además, las columnas guardan un segundo simbolismo: representan la entrada al misterio. Como centinelas silenciosos, recuerdan al iniciado que el conocimiento profundo exige atravesar límites internos. Dejar atrás prejuicios, dogmas, temores y todo aquello que impida ver con claridad. Las columnas no solo sostienen: señalan el paso hacia una nueva forma de existencia.
Cada vez que el masón entra al templo, pasa entre J y B y renueva ese compromiso. Es un recordatorio de que el equilibrio y la fortaleza no son dones fijos, sino conquistas diarias. Las columnas están fuera, pero su verdadero significado está dentro.
PALABRAS SECRETAS
J y B no son solo columnas: son las dos mitades del ser humano. Al cruzarlas con conciencia, el iniciado afirma su decisión de unificar sus polaridades y de avanzar hacia la luz que surge del equilibrio interior. En Masonería estas dos letras son palabras secretas y no se pueden revelar, para poder saber que significan debe entrar a la masoneria.
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