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Por Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez
El miércoles por la tarde comenzó el rumor de la salida del aún Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, se ha hablado de él en múltiples ocasiones en esta columna y de su gran lentitud para resolver casos que, finalmente se han quedado estancados o de las trabas impuestas para los falsamente implicados por Isabel Miranda y Genaro García Luna, en el “caso Wallace”; casos que se han quedado detenidos o que no se ha informado de la resolución de los mismos, como el del caso del Rancho Izaguirre en Jalisco, esto por mencionar solo un par de los casos que permanecen estancados.
Ante el rumor, las redes, tanto de miembros progresistas como no afines al gobierno, extrañamente entraron en consenso ante un personaje que, desde que fue instalado, debió dar resultados ágiles y contundentes. Es innumerable la cantidad de casos que la Fiscalía ha perdido en diversas instancias, y se ha criticado también la incapacidad del personal a su cargo, para llevar los casos apegados a las nuevas dinámicas de la ley. A pregunta expresa, la presidenta negó haber recibido la renuncia del funcionario y solo mencionó haber recibido una carta de la Cámara, que estaría revisando con sus consejeros y asesora legal.
En cualquier caso, dejó ya de ser un rumor y se ha hecho pública la carta del ahora ex fiscal por un supuesto encargo a una embajada en un país amigo, vale la pena reflexionar si son los tiempos de tener un fiscal en un puesto clave, sin resultados claros, contrariamente con el caso de su ex cuñada y sobrina Alejandra Cuevas y su madre, Laura Morán, de cuyo litigio la opinión pública fue informada a través de los diferentes medios; también he documentado cómo en otros asuntos personales, el hoy fiscal a quien Silvia Pinal definió como “perro de presa”, ha ido a fondo, haciendo patente que solamente los asuntos que tienen interés personal son los que el señor fiscal dirime con todo su poder, una desigualdad que no es buena ni para la imagen de la presidenta, ni para el momento histórico que está viviendo la nación.
Con la salida de Gertz, de 86 años sería mejor para él un retiro decoroso, que seguir viviendo a costa del erario cuando entorpeció por lentitud, apatía o falta de voluntad los procesos jurídicos del país; pero es mejor a esperar a febrero de 2028, fecha en que terminaría su encargo, con lo que solo demoraría los procesos urgentes que deben resolverse, y seguirían siendo las piedras que actualmente tiene que remover sola la presidenta Sheinbaum.