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Por Pedro Linares Manuel
La muerte iniciática no es un final, sino un tránsito. Es la experiencia simbólica en la que el iniciado se despoja de lo que cree ser para descubrir lo que verdaderamente es. En ella no muere el cuerpo, sino las ilusiones, los miedos, las máscaras y las sombras que impiden ver la luz interior. Morir iniciáticamente significa liberar al ser de las cadenas de su propio ego.
Cuando el aspirante atraviesa este umbral, comprende que toda transformación profunda exige un acto de renuncia. No se puede ascender llevando el peso de antiguas seguridades ni viejos hábitos que ya no sirven al propósito del alma. La muerte iniciática deshace lo caduco para permitir que lo esencial florezca. Es un llamado a dejar atrás el personaje construido por la vida profana.
Este proceso no es metafórico únicamente; es vivencial. Cada pérdida, cada crisis, cada desilusión que sacude la vida cumple un papel iniciático: mostrarnos aquello que debe morir dentro de nosotros. No para castigarnos, sino para hacer espacio a una forma más elevada de ser. Así, lo que en apariencia es dolor, en verdad es una puerta hacia la conciencia.
AUTOANÁLISIS
En la masonería, este tránsito se realiza en la oscuridad. El iniciado se encuentra consigo mismo sin distracción posible, enfrentando el silencio de su interior. En ese vacío simbólico descubre que la verdadera muerte no es desaparecer, sino aferrarse a lo que impide despertar. La oscuridad, entonces, se convierte en el vientre donde germina la luz.
Solo quien acepta morir puede renacer. La muerte iniciática es la llave del crecimiento espiritual: una invitación a abandonar lo pequeño para abrazar lo infinito. Porque el ser humano no se transforma añadiendo, sino soltando; no crece acumulando, sino entregando; no despierta con la mente llena, sino con el corazón vacío de ego y lleno de presencia.
ENSEÑANZA FINAL:
Morir iniciáticamente es un acto de valentía y de luz. Solo quien deja de ser aquello que no es, puede llegar a ser aquello que siempre ha sido. En el silencio de esa muerte simbólica, el espíritu encuentra su verdadero nacimiento.
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