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Entre perros y sillas

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Por Eduardo López Betancourt

Incumplen autoridades su labor

Los aeropuertos se han visto saturados con una práctica deshonesta e indignante pero que, dentro de todo, es permitida por la autoridad quien al final de cuentas incumple su labor de vigilancia y de estricto cumplimiento de la ley.

Las personas discapacitas merecen todo nuestro respaldo y nada es suficiente para mejorar su calidad de vida. Lo que es sumamente reprochable es que quienes no necesitan hacer uso de las sillas de ruedas en los aeropuertos cínicamente las piden para violentar el orden y el respeto a los demás. Es evidente que, sin un transporte, si una persona solicita sillas de ruedas es porque debe contar con un certificado médico que le avale esa necesidad. Lamentablemente es suficiente pedir “el uso de la silla” por cualquiera para que goce de estos privilegios; uno de ellos, por ejemplo, es el de ponerse al frente de las estaciones migratorias, con largas filas para las pasajeros comunes y corrientes y para los picaros sin más prontitud, lo cual constituye una verdadera arbitrariedad.

Otro aspecto que se ha vuelto verdaderamente molesto y cotidiano es transportarse con perros, los que al final causan incomodidad a los demás pasajeros, y basta con un falso informe de un psiquiatra para que solo por capricho suba un can al transporte público, sin importar que su mascota se orine o defeque. Lamentablemente la anarquía, la ausencia, el respeto a la ley, a las reglas y la moral no constituyen su debido cumplimiento, o por lo menos un sentido que implique mantenernos en una sociedad cívica donde verdaderamente quien reclame un apoyo lo tenga sin necesidad de acudir a subterfugios sin perjuicios o picardías.

El tema de los perros no son los únicos renglones donde se ha perdido por encima del derecho las reglas de trato social, donde cada ciudadano ejerza el derecho y exija lo que realmente le corresponda, marginándose de una mentira, el engaño y de todo aquello que cause deterioro a lo que es esencial: vivir con respeto y con una actitud solidaria.

Por supuesto, en el mundo hay sociedades admirables dignas de seguir su ejemplo, tal es el caso de Japón donde el ambiente es digno de seguir sus buenas costumbres y siempre valioso ejemplo.

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