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- Presenta Sheinbaum apoyos y Plan Nacional del Maíz Nativo
- Siembran más de 15 millones de agricultores para autoconsumo
- Responde a Grupo Cantón con cifras de comunidades afectadas
Juan R. Hernández
GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- El amanecer de este jueves sorprendió a Palacio Nacional rodeado de tensión. Afuera, grupos de maestros de la CNTE empujaban las vallas metálicas con el intento de ingresar por la calle de Moneda. Entre consignas y empellones, burlaron uno de los perímetros de seguridad, pero fueron contenidos antes de llegar al acceso principal. Los granaderos no aparecieron; fueron las vallas y la prudencia las que evitaron que la protesta escalara.
Adentro, en el Salón Tesorería, el ambiente era otro: orden, puntualidad y discursos. La Presidenta Claudia Sheinbaum encabezó una mañanera de largo aliento, acompañada por Ariadna Montiel, secretaria del Bienestar; María Luisa Albores, directora de Alimentación para el Bienestar; Catalina Monreal, titular de Economía Social; Julia Álvarez Icaza, de Medio Ambiente capitalino; y la activista Jesusa Rodríguez, entre otras funcionarias.

Desde distintos estados se enlazaron los gobernadores Rocío Nahle (Veracruz), Mauricio Kuri (Querétaro) y Alejandro Armenta (Puebla), quienes informaron sobre la entrega de apoyos a los damnificados por las lluvias del 10 de octubre. Montiel detalló que se destinaron 7,426 millones de pesos para atender a más de 104 mil familias en cinco estados, con censos que abarcaron más de 3,200 comunidades.
En medio de cifras y agradecimientos, la Presidenta presentó también el Plan Nacional del Maíz Nativo, un ambicioso programa para rescatar la semilla originaria y devolver valor a la milpa mexicana. “El maíz es la raíz”, dijo, recordando que más de 15 millones de pequeños productores aún siembran para el autoconsumo.
Pero el tema que encendió la sala llegó al final: la llegada de la CNTE al Zócalo capitalino, mientras la Presidenta llamaba al diálogo y rechazaba la violencia en las manifestaciones, afuera los maestros persistían entre cánticos y empujones. Dos escenas opuestas, un mismo espacio: la Plaza de la Constitución latiendo entre la protesta y el poder, entre el ruido de la calle y el eco solemne del Salón Tesorería.
