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El gobierno de Michelle Núñez Ponce permite la expansión urbana en zonas boscosas provocando una devastación ambiental que amenaza al lago y cuenca.
MARIO LÓPEZ
GRUPO CANTÓN
La crisis ambiental que enfrenta el municipio de Valle de Bravo, encabezado por la edil Michelle Núñez Ponce, se agrava por el crecimiento desmedido del desarrollo inmobiliario. La pasividad y las omisiones del gobierno municipal han permitido la deforestación, el cambio irregular de uso de suelo y la sobreexplotación de los recursos naturales.
En los últimos años, el municipio ha experimentado un auge en la construcción de residencias de lujo, complejos turísticos y cabañas, muchos de ellos edificados en zonas forestales o de recarga hídrica sin los permisos correspondientes.
Activistas y vecinos denuncian que la actual administración ha sido tolerante con empresarios que, amparados en supuestas autorizaciones municipales, han devastado grandes extensiones de bosque.
De acuerdo con organizaciones ambientales, las áreas naturales protegidas se reducen de manera alarmante ante la falta de vigilancia y la complicidad de funcionarios que otorgan permisos irregulares o ignoran las denuncias ciudadanas.

El cambio de uso de suelo se ha convertido en una práctica recurrente, incluso en terrenos pertenecientes a la cuenca que alimenta el sistema Cutzamala, una de las fuentes de agua más importantes para el Valle de México.
La deforestación ha incrementado el riesgo de deslaves y reducido la capacidad de captación de agua, mientras el lago de Valle de Bravo enfrenta contaminación y niveles críticos por la extracción excesiva. Pese a la gravedad del problema, el gobierno municipal no ha implementado medidas efectivas para detener el deterioro ni ha transparentado los procesos de autorización de obras.
Habitantes de comunidades como El Arco, Avándaro y Cerro Gordo acusan a la autoridad local de actuar con discrecionalidad, beneficiando a desarrolladores privados por encima del interés ambiental. “El bosque se vende al mejor postor y nadie hace nada”, expresan con indignación.
Líderes sociales advierten que Valle de Bravo “vive una contradicción”: mientras promueve su imagen como destino ecológico, sus recursos naturales se extinguen ante la indiferencia oficial.
