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Una severa escasez del combustible mantiene en vilo a centenares de familias mexiquenses, la paralización del suministro ha provocado cierres de distribuidoras.
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El Estado de México enfrenta una nueva crisis energética que golpea de lleno la vida cotidiana. Desde hace más de una semana, el gas LP ha comenzado a escasear en viviendas, negocios y comedores populares de diversos municipios, generando un ambiente de incertidumbre y malestar social.
Lo que inició como un problema localizado en zonas del norte de la entidad, como Atlacomulco y Tianguistenco, se ha extendido a prácticamente todo el Valle de Toluca y el Valle de México. Cientos de familias se han quedado sin posibilidad de cocinar, calentar agua o mantener abiertos sus comercios.
En los pocos puntos de venta que continúan operando, se repite la misma escena: largas filas de automóviles con tanques vacíos, personas que madrugan para conseguir una carga parcial y la angustia de no saber cuándo llegará el próximo reparto.
Algunos distribuidores reconocen que apenas reciben el 20 por ciento del suministro habitual, mientras otros han cerrado de manera temporal. Empresas como Gas Imperial, Ultragas y Sony Gas confirmaron afectaciones en sus rutas y una reducción drástica en la entrega del combustible.
Las versiones sobre el origen del problema varían, aunque fuentes del sector energético apuntan a daños en ductos de Veracruz e Hidalgo, ocasionados por los recientes temporales que interrumpieron el flujo hacia el centro del país. A ello se suman bloqueos carreteros de transportistas y productores agrícolas en rutas estratégicas, lo que ha terminado por colapsar la cadena de abasto.
La respuesta oficial ha sido casi nula. Ni la Secretaría de Energía ni la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) han emitido informes detallados, mientras que el gobierno mexiquense permanece en silencio. La falta de comunicación ha generado indignación ciudadana y alimentado rumores sobre acaparamientos y aumentos injustificados en los precios.
