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Por Ana María Vázquez
@Anamariavazquez
Lo dije antes y lo repito, el hecho de que tengamos a una mujer como presidenta no borra el machismo de un plumazo, no lo borra por decreto. El lamentable incidente de acoso que sufrió la presidenta el martes pasado, pone de manifiesto y con lupa el asedio que vivimos todas las mujeres, sin importar clase social, condición económica o en este caso cargo público.
Las actitudes de revictimización que vimos en las redes, como el exponer la imagen de la agresión una y otra vez tanto por hombres, mujeres como por periodistas, apelando a una supuesta flexibilidad informativa por ser “prensa”, muestra qué tan profunda es la brecha que hay que cubrir con educación y otra situación que se desencadenó con este penoso incidente, es el lugar común de todas las agresiones cuando son denunciadas, o en este caso, expuestas en público, y me refiero a responsabilizar a la víctima, del “ella me provocó”, pasamos al “ella lo provocó”, con cuentas que la acusaban directa y abiertamente de haber orquestado un montaje como cortina de humo para distraer a la opinión pública por el asesinato de Manzo; hay que ser muy machista y muy miserable para creer eso, ninguna mujer se prestaría a algo así, y con un hombre que, visiblemente estaba bajo los efectos de alguna droga.
Si usted que me lee es mujer, ¿se prestaría a algo así? La respuesta es un no rotundo y que, de querer hacer un montaje, hay mil formas para ello y no exponer a la presidenta a una situación que provoca ansiedad y tensión en quien la recibe, pero el gremio machista no perdió oportunidad en plantear esa situación, repito, muy semejante al “ella lo provocó”.
Lamentable por donde se le vea y una lección para no volver a salir sin escolta ya que, si bien no existe el Estado Mayor Presidencial, sí se cuenta con las Gacelas, equipo femenino especializado en protección y que debe estar con ella en todo momento.
Este hecho nos muestra lo mucho que nos falta en educación, desde muchas facetas, desde la casa, el colegio, la sociedad, los ministerios públicos, jueces, etc., para romper una cadena que se esconde a momentos pero que sale constantemente al recibir una agresión, efectuar una denuncia y pedir empatía. Erradicar el machismo y las agresiones tanto en casa como en la calle llevará años, pero esto dejará una fuerte lección para actuar con urgencia para no recibir esas agresiones y dejar de decir: “ella lo provocó”
