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¡Tienen que cuidar a la Presidenta!

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Por Ricardo Sevilla

A esta hora, mucha gente ya sabe que un tipo embrutecido por el alcohol acosó a la presidenta Claudia Sheinbaum.

La primera mandataria estuvo vulnerable ante el agresor.

La revisión de los cuadros de video confirma que el tipo logró alcanzar una proximidad crítica (menos de 40 centímetros) y, de hecho, tuvo contacto físico con la Presidenta.

El equipo de seguridad tardó un estimado de 2.8 a 3 segundos en neutralizar la amenaza.

En doctrina de protección a personas, que deberían conocer las escoltas de la Presidenta, un segundo se considera tiempo letal. Y un retraso de tres segundos es un margen de error catastrófico. Y eso, apenas cabe decirlo, podría haber sido letal.

Ahora bien, esta aparente relajación de los protocolos de seguridad de alto nivel podría estar dando cuenta de una desprofesionalización de los vigilantes.

Las escoltas de la Presidenta podría ser una instrucción política hacia la escolta para “ser menos visibles” o “menos agresivos” con los ciudadanos. Y se entiende. ¿Y sabe por qué? Porque en el imaginario colectivo, una seguridad estricta se asocia con el elitismo.

Este personaje, Uriel Rivera Martínez, al intentar besar a la Presidenta, hay que decirlo, abre la posibilidad de que exista una normalización de la intrusión en el espacio personal de un funcionario. O un político. En este caso, en el espacio que abrió la presidenta Sheinbaum.

Pero seamos tajantes: mientras que en el ámbito político se busca el contacto para la foto (una invasión consentida), el ciudadano común podría sentirse autorizado a traspasar la barrera del respeto físico.

El hecho de que fuera un intento de beso (un acoso deleznable) y no de agresión letal inmediata no disminuye la gravedad del fallo, solo la suerte de la víctima.

El anillo de inteligencia fue ciego: no detectar a un agresor a esa distancia es un yerro absoluto.

La política de “cercanía al pueblo” nunca puede justificar la anulación de la doctrina de seguridad profesional. ¡Tienen que cuidar a la Presidenta!

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