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Denuncian habitantes el abandono de la vía, la falta de alumbrado y vigilancia, culpan al gobierno por permitir que esta ruta se convierta en un “corredor de muerte”.
REDACCIÓN
El amanecer del domingo dejó una estela de muerte sobre la carretera Toluca–Tenango, una de las más transitadas del Valle de Toluca. En menos de seis horas, dos accidentes distintos cobraron la vida de una mujer y un peatón, revelando, una vez más, las condiciones precarias y el desinterés oficial que rodean esta peligrosa vialidad.
El primer siniestro ocurrió a la altura del puente de Metepec, donde una camioneta Nissan cargada con chatarra perdió el control y terminó impactándose contra un árbol del camellón central. El golpe fue brutal: la parte frontal del vehículo quedó completamente destrozada y una de las ocupantes, una mujer de aproximadamente 40 años murió al instante, atrapada entre los metales retorcidos. Su acompañante, el conductor, resultó con lesiones graves y fue trasladado por paramédicos a un hospital cercano.
Horas después, el horror volvió a repetirse en el tramo correspondiente a Santa María Rayón, donde un peatón fue arrollado por un vehículo que se dio a la fuga. El cuerpo del hombre quedó tendido sobre el pavimento, a pocos metros de su domicilio, mientras vecinos encendían veladoras en señal de impotencia. La falta de alumbrado público y de pasos peatonales seguros fueron señalados como causas evidentes del accidente.
Los habitantes, indignados, responsabilizaron directamente a las autoridades. “Esta carretera es un peligro y nadie hace nada. Los coches vuelan, no hay topes, no hay vigilancia. Es un cementerio rodante”, expresó Don Miguel Ángel, vecino de Metepec. Desde Rayón, Doña Laura Hernández exigió soluciones: “Prometen arreglar la vía y poner iluminación, pero nunca cumplen. Solo vienen cuando hay muertos”.
Los peritajes realizados por la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) apuntan al exceso de velocidad como factor común en ambos casos. Sin embargo, los pobladores aseguran que los accidentes son el reflejo de una negligencia institucional más profunda: carreteras sin mantenimiento, escasa presencia policial y la nula aplicación de medidas preventivas.
Mientras los cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense, el tráfico volvió a fluir lentamente. Pero en los hogares de Atenco, Rayón y Metepec, el enojo crece. Cada nueva cruz al borde del camino recuerda lo que la autoridad parece olvidar: que la omisión también mata.
