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Por Ricardo Sevilla
En el gran panteón de la política mexicana, envuelta por una neblina espesa y fría, La Huesuda preparaba su gran recepción.
La Calaca quería dictar una lección.
La primera en comparecer fue la doctora Claudia Sheinbaum, que a Palacio Nacional llegó para escuchar con gran afán.
La Calavera, al verla tan inteligente, casi se ahoga de espasmo en el portal.
Y es que la doctora, egresada de la UNAM, salió científica y tenaz.
La Flaca, sin perder el tiempo, le dijo a Sheinbaum, con una risa audaz: “No te llevo porque ha llegado el tiempo de mujeres, y como yo lo soy, eso me conviene”.
Y es que la Flaca, que es bien sorora, también apoya la lucha feminista, justo porque avanza entre sus huestes.
De pronto, un gruñido cruzó la barrera. Era Trump, con su fleco rubio. Los aranceles se dispararon por su capricho comercial. Y esa y otras locuras hicieron enfadar a la Catrina, quien le dijo, enojada: “Tu apoyo a Israel, demencial, y tus errores, sellaron para siempre tu morada. Y lo metió en su lista para silenciarlo para siempre.
Mientras tanto, en una quinta, allá en La Chingada, estaba AMLO, hablando con su timbre claro y sereno. Conversaba con La Parca sobre “Sembrando Vida”, “Jóvenes Construyendo el futuro” y otras becas. Y al ver los frutos, conmovida, la Calaca dijo al final: “¡Eres un tipazo, viejón!
Por allá llegó Alito Moreno, presumiendo sus chanchullos y actos de extorsión. Al oír de sus robos la Huesuda se asqueó, Y un descanso eterno le quiso regalar,
La Huesuda, de pronto, se fue a Lisboa, a buscar a Simón Levy, quien empachado de mentiras y cuentos, aseguraba que estaba en Washington. Simón le mostró su pasaporte para negar la detención.
Pero la Muerte le arrebató la máscara dejando al descubierto un rostro desfigurado por la hipocresía.
En las redes, Levy gritaba que era víctima de un complot, pero la Calaca, con ayuda de Manuel Pedrero, lo exhibió sin piedad, y le dijo: “¡En el panteón te espero, y ahí ya no hay vuelta atrás!”