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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
CAEN EN UNA BUROCRACIA ATROZ
Se ha creado una nueva institución bancaria llamada Banco del Bienestar. En realidad, tiene antecedentes en el ámbito bursátil, particularmente en lo relativo a los Bonos del Ahorro Nacional. Lo cierto es que, durante el sexenio pasado, se impulsó este organismo con el propósito de beneficiar a la sociedad. Su nombre resultaba atractivo y evocaba eficacia, buen servicio y trato respetuoso.
Lamentablemente, hoy ha caído en un burocratismo atroz, donde el desprecio al público es evidente. Las filas para ser atendidos son interminables y, cuando por fin se logra llegar a la ventanilla, aparecen miles de pretextos absurdos que solo incrementan el papeleo y desfiguran el trabajo efectivo.
“Le falta copia del INE… le falta el sello del juzgado… le faltan tres copias del acta de nacimiento… llegó tarde porque ya son las 14:00 y es nuestra hora de comida…”.
Todo ello ocurre a pesar de que el horario está claramente establecido hasta las 16:30 horas.
En muchas sucursales hay apenas cinco ventanillas, pero solo una en funcionamiento; en las demás, los empleados conversan, tejen o revisan el celular, mientras las filas se extienden de forma alarmante.
En el primer piso de los Tribunales de la Ciudad de México se encuentra una sucursal del Banco del Bienestar que ejemplifica perfectamente esta situación: personal aburrido, molesto y sin vocación de servicio.
Las instalaciones dejan mucho que desear. En dicha sucursal, el público debe esperar de pie, pues no existen asientos disponibles.
Madres con niños pequeños, personas mayores y otros usuarios soportan largas esperas, solo para escuchar nuevos pretextos: que el acta no está actualizada, que falta un documento, o cualquier otra excusa que impida brindar el servicio.
Sería importante investigar el destino de los recursos que permanecen retenidos en el banco sin ser entregados a sus beneficiarios, para determinar si efectivamente generan algún beneficio al País.
Urge la intervención de las autoridades: la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Secretaría de Hacienda y, por supuesto, la Presidencia de la República, que seguramente verá con indignación el trato déspota, ofensivo y agresivo que recibe el pueblo, entre ellos, adultos mayores, cuya dignidad más elemental no se respeta.
