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Rechazo ciudadano alcanza a opositores y empresarios, Alejandro Moreno, Lilly Téllez y Ricardo Salinas Pliego figuran entre las figuras peor evaluadas del país
JUAN R. HERNÁNDEZ
GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- Una encuesta publicada por El País y elaborada por Enkoll reveló que Alejandro Alito Moreno, dirigente nacional del PRI, es actualmente el político más rechazado del país, con 67% de opiniones negativas y sólo 17% de valoración positiva, reflejando el profundo desgaste de los partidos tradicionales. El estudio también mostró que 58% de los mexicanos nunca votaría por el PRI y 17% por el PAN, mientras que Morena mantiene el respaldo del 62% de la población.
La percepción ciudadana confirma un creciente desencanto con los liderazgos opositores. Entre los políticos peor evaluados, figuran Lilly Téllez (PAN) con 52% de opiniones negativas, Ricardo Anaya con 47%, Kenia López Rabadán con 52%, y Jorge Romero, líder del llamado “cártel inmobiliario”, con 44% de desaprobación.
Del lado de Morena, los nombres de Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal también aparecen en el listado, aunque con menores niveles de rechazo: 44% y 39% respectivamente, lo que evidencia que incluso dentro del oficialismo hay un desgaste natural derivado de la exposición pública y la gestión política.
En el ámbito empresarial y mediático, el magnate Ricardo Salinas Pliego —dueño de TV Azteca y uno de los personajes más polémicos de redes sociales— registra 48% de opiniones negativas y 35% positivas, ubicándose entre las figuras no políticas más rechazadas de México.
La encuesta destaca además que el 73% de los ciudadanos tiene una opinión desfavorable del PRI, mientras que 58% ve con recelo al PAN. Por contraste, partidos como Movimiento Ciudadano (MC), PT y PVEM mantienen niveles equilibrados de aprobación, y figuras emergentes como Jorge Álvarez Máynez logran mejores valoraciones, con 57% de opinión positiva.
El estudio de El País y Enkoll refleja no sólo la crisis de credibilidad de los partidos tradicionales, sino también una tendencia creciente hacia el apartidismo y el voto independiente, en un país donde la ciudadanía exige nuevos liderazgos, transparencia y resultados tangibles más allá del discurso y la confrontación mediática.
