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Por Ricardo Sevilla
Desde la semana pasada, una ola de tomas y paros indefinidos ha paralizado a múltiples planteles, escuelas y facultadesde la UNAM, la institución de educación superior más importante de México. El motor de esta movilización no es político-partidista, sino una profunda crisis de seguridad y salud mental que, según los estudiantes, ha sido ignorada sistemáticamente por las autoridades.
Los alumnos exigen protocolos efectivos contra el acoso, el narcomenudeo y la violencia de género dentro y fuera de las instalaciones. Los datos duros revelan un incremento en las denuncias no atendidas o minimizadas por las instancias internas, creando un ambiente de impunidad que vulnera la vida universitaria.
El punto de mayor fricción es la notoria ausencia del rector Leonardo Lomelí Vanegas. Mientras la Universidad arde en demandas y la comunidad exige su presencia para dar explicaciones y soluciones, el rector se encuentra a miles de kilómetros.
Y no es broma. Ni una metáfora. Leonardo Lomelí Vanegas dará una conferencia llamada “México, revolución y reconstrucción. El desarrollo económico, político y social en el siglo XX”.
¿Y a quién cree usted que se llevará? ¡A Enrique Krauze!
Mañana, 22 de octubre de 2025, a las 18:30 estos dos personajes, insensibles a los acontecimientos universitarios estarán hablando, muy quitados de la pena.
La administración de Lomelí, enfocada en cacarear una imagen internacional, se encierra en una estructura tonta y rígida que la aísla de las necesidades urgentes y existenciales de sus bases.
La priorización de una conferencia –¡de Krauze!– sobre un paro es un signo de esta deshumanización burocrática.
El rector Lomelí debería comprender que el liderazgo no se ejerce en conferencias de un “historiador” neoliberal, sino en defender la crisis actual. ¿Dónde tienen puesta la cabeza?
Digámoslo claramente: la UNAM no está carcomida por sus alumnos, sino por la falta de respuesta de sus administradores.