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Por Eduardo López Betancourt
Tan ambicionados premios fueron establecidos por Alfred Nobel, fabricante de armamento e inventor de la dinamita. Preocupado por los efectos negativos de su industria a la humanidad, decidió destinar la mayor parte de su fortuna a crear e impulsar beneficios a través de importantes reconocimientos en distintas ramas del conocimiento, como la física, la química, la fisiología, la medicina y la literatura, los cuales se otorgan desde 1901.
Tal vez el más codiciado de todos sea el Premio Nobel de la Paz, una distinción destinada a quienes han demostrado una labor significativa en favor del bienestar y la armonía de la humanidad.
Diversos personajes han sido merecedores de tan importante reconocimiento. Recientemente se otorgó a María Corina Machado, líder opositora al régimen actual de Venezuela, quien ha luchado por derrocar la tiranía de Nicolás Maduro y por restablecer la paz y la estabilidad social en ese importante País sudamericano. Sin duda, los méritos de María Corina Machado al recibir el Premio Nobel de la Paz 2025 son evidentes y constituyen una justa premiación.
No obstante, existe cierta controversia, pues también fue nominado el mandatario de los Estados Unidos, Donald Trump, quien ha buscado restablecer la paz y la estabilidad mundial, especialmente en el conflicto entre Ucrania y Rusia. Lamentablemente, se ha enfrentado a múltiples obstáculos que han dificultado un triunfo absoluto.
Tampoco puede dejarse de lado la prolongada guerra en Medio Oriente, entre Israel y el grupo Hamas, donde los ataques indiscriminados del ejército israelí han generado un profundo repudio internacional por el alto número de víctimas civiles. Aun así, se ha logrado un inicio de tregua y un cese al fuego tan necesario en esas tierras devastadas.
Por ello, sería justo reconocer el esfuerzo del presidente Trump, quien podría ser considerado merecedor del Premio Nobel de la Paz, tal como se le otorgó en 2002 a Jimmy Carter por su papel en la búsqueda de soluciones pacíficas a conflictos internacionales. Tal vez Trump haya hecho incluso más en ese sentido, y el próximo año reciba tan importante distinción.
No solo por sus esfuerzos por promover la paz en Medio Oriente, sino también por su firme lucha contra los poderosos cárteles de la droga.
En síntesis, bien merecido sería otorgar el Premio Nobel de la Paz 2026 a Donald Trump.