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Por Salvador Guerrero Chiprés
Una responsabilidad compartida
La seguridad no siempre se mide por lo ocurrido, también por todo aquello que deja de suceder. Y en ese aspecto, la Ciudad de México reescribe su narrativa desde la constancia: menos delitos, más presencia institucional y mayor coordinación.
Durante los últimos siete años, la capital nacional ha vivido un proceso sostenido y visible de reducción en delitos de alto impacto. Los números lo sostienen. Entre enero y septiembre de 2019 se registraron 37 mil 356 ilícitos de ese tipo; en el mismo periodo de 2025 fueron 15 mil 289. La caída del 59 por ciento representa 22 mil 067 historias que ya no fueron contadas desde la perspectiva de la víctima.
El homicidio doloso bajó 48 por ciento en ese mismo lapso y el robo a personas en espacio público 61 por ciento. Significan 547 crímenes que no se cometieron y 8 mil 107 personas que no fueron violentadas en su patrimonio.
Detrás de esos datos hay una estructura invisible de trabajo cotidiano, iniciada con la disciplina de cada mañana: las reuniones del Gabinete de Seguridad, donde la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, coordina a las áreas responsables de la protección ciudadana con una lógica de precisión y constancia.
Ahí se cruzan datos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, reportes del C5 o avances de la Fiscalía General de Justicia. La seguridad es una responsabilidad compartida, no campo de disputa ni de logros personales.
Nada de esto significa que la violencia haya desaparecido ni las tragedias individuales se minimicen, aunque como lo mencionó ayer la mandataria local en la presentación del informe mensual de seguridad, “estos (casos) no definen la situación general de la Ciudad de México”.
La seguridad, a diferencia de otras áreas de gobierno, no se ve en obras, sino en vacíos, en una política medida por la ausencia de todo aquello que dejó de perpetrarse. Ahí están los avances.