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La Fiscalía enfrenta denuncias por presunta fabricación de culpables en la desaparición de la adolescente de 16 años no localizada desde el 2 de octubre
REDACCIÓN
La desaparición de Kimberly Moya González, la joven de 16 años vista por última vez el 2 de octubre en la colonia San Rafael Chamapa, en Naucalpan, ha destapado una nueva crisis de confianza hacia la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM).
Lo que comenzó como una búsqueda urgente se ha transformado en un caso lleno de contradicciones, cateos polémicos y denuncias por fabricación de culpables.
Durante la última semana, la Fiscalía llevó a cabo su tercer operativo en la colonia Santa María Nativitas, donde más de 50 elementos participaron en un cateo que, según las autoridades, estaría vinculado con los dos detenidos por el caso.
Sin embargo, las familias de los señalados aseguran que las pruebas presentadas son falsas y que se busca cerrar el expediente con responsables “inventados”. Entre ellos está Paulo Alberto “N”, quien fue detenido el pasado 8 de octubre al acudir a recoger su vehículo de un taller mecánico.
Testigos aseguran que durante la detención los agentes ministeriales le habrían sembrado marihuana para justificar el arresto. “Paulo no tiene antecedentes ni consume drogas, lo están usando como chivo expiatorio”, declaró Belén Espíndola, amiga del joven, a través de redes sociales.
El supuesto vínculo con el caso, señalan sus allegados, se basa en la coincidencia de un automóvil Volkswagen similar al que aparece en los videos de la desaparición. Sin embargo, las placas y el modelo no coinciden.
Aun así, la Fiscalía lo presentó como sospechoso, mientras que el otro detenido, Gabriel Rafael “N”, fue capturado tras encontrársele rastros de sangre en su calzado, aunque no se ha confirmado si pertenecen a la víctima.
La desaparición de Kimberly ha generado indignación en Naucalpan y redes sociales, donde colectivos feministas y familiares de desaparecidos, exigen una investigación transparente. Mientras los cateos se multiplican, la pregunta sigue siendo la misma: ¿dónde está Kimberly?
