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Por Eduardo López Betancourt
Entre Israel y Hamás
Todo parece indicar que está a punto de lograrse la tan anhelada paz en el Medio Oriente, en particular en el conflicto entre Israel y el grupo armado Hamás. Este drama ha provocado decenas de miles de muertes, una alarmante inseguridad y una crítica intensa por parte de gobiernos y organizaciones ciudadanas de diversa índole.
Las escenas del genocidio en Gaza solo encuentran comparación, en la historia moderna, con la persecución nazi contra los judíos. Precisamente este hecho ha sorprendido al mundo: que un pueblo víctima de la intolerancia y la crueldad tenga hoy un gobierno obsesionado con “matar por matar”, donde las víctimas son ancianos, niños y, en general, una población indefensa. Infinidad de Estados y ciudadanos se han manifestado en contra de esta masacre. Lamentablemente, el odio se impuso sobre la tolerancia, la razón y el diálogo.
Se vislumbra un posible acuerdo entre Israel y Hamás, aunque dicho convenio deberá incluir el reconocimiento del Estado Palestino, algo que, de manera absurda e incomprensible, Israel aún se niega a aceptar. El gobierno israelí ha declarado reiteradamente que no reconocerá a Palestina como nación, a pesar de que cientos de países ya le han otorgado reconocimiento internacional.
El presidente Donald Trump ha sido uno de los principales promotores de la paz, el desarme y el intercambio de prisioneros entre Israel y Hamás. Sin embargo, para que esa paz sea plena, resulta imprescindible que tanto Estados Unidos como Israel reconozcan al Estado Palestino.
En este alentador panorama, es necesario también promover un ambiente de pacificación en toda la región del Medio Oriente, ya que Israel mantiene con frecuencia tensiones y conflictos de graves consecuencias con países como Irak, Irán, Líbano y Siria, entre otros.
Por el momento, bienvenida sea la tan esperada paz entre Israel y Hamás. Basta ya de masacres infames y actos genocidas inexplicables e inaceptables.