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Reafirma Claudia Sheinbuam el legado de AMLO

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• El Zócalo fue el termómetro político de la presidenta de México
• Dirigibles, banderines, tren, matracas y discurso presidencial
• Avanza la transformación con la justicia social

Por Juan R. Hernández

Ciudad de México.- El Zócalo capitalino fue una fiesta. Desde temprano, miles de personas con banderas, pancartas y muñecas de trapo con el rostro de “las Clauditas” coparon la plancha para acompañar a la presidenta Claudia Sheinbaum en el cierre de su gira de informes “La Transformación Avanza”. Ni el sol ni el bullicio mermaron el ánimo: familias enteras, niñas en hombros de sus padres ondeando banderas de Morena, coreaban a una sola voz “¡Presidenta, presidenta!” mientras el aire se llenaba de matracas, tambores y sirenas.

En el templete, el gabinete presidencial ocupaba su lugar. Abajo, en primera fila, los gobernadores escuchaban atentos: Delfina Gómez, Layda Sansores, Evelyn Salgado, Mara Lezama, Alejandro Armenta, Alfonso Durazo, Julio Menchaca, Margarita González Saravia, Eduardo Ramírez, Clara Brugada y Carlos Merino. También acudieron los emecistas Pablo Lemus y Samuel García, así como el priista Manolo Jiménez. Los ausentes fueron los panistas de Chihuahua, Guanajuato y Querétaro.

Una valla separaba a senadores, diputados y alcaldes, que llegaron con todo su séquito y tuvieron que esperar afuera, en la calle de Moneda. “Nada de selfies mientras llega la presidenta”, advirtió un elemento de ayudantía. Entre el público, se distinguía al productor Epigmenio Ibarra, cámara en mano, registrando cada gesto de Sheinbaum. A un costado, Adán Augusto López intentó saludarla, pero no lo consiguió.

El ambiente era de júbilo y desorden controlado: los globos aerostáticos con los logos de la SNTE, la CATEM, Venustiano Carranza y la Gustavo A. Madero surcaban el cielo junto a un dragón metálico y un dirigible con la imagen del dirigente petrolero Ricardo Aldana.

De pronto, una bocina retumbó. Era el Tren del Golfo, cuya estruendosa bocina interrumpió varias veces el discurso presidencial, arrancando sonrisas de la mandataria. “Nos distrae el tren, pero también nos recuerda que México avanza”, bromeó, provocando una ovación.
Sheinbaum habló ante más de 400 mil personas y reafirmó su compromiso con el legado de Andrés Manuel López Obrador: “Su presidenta tampoco se rendirá ni se venderá; tenemos convicciones y principios. En México, quien traiciona al pueblo enfrenta a la justicia”.

Defendió la reforma a la Ley de Amparo, que —dijo— busca impedir que “los potentados la usen como escudo para no pagar impuestos”, y celebró la reducción de la pobreza del 45 al 29%, el aumento de 135% al salario mínimo y la estabilidad económica del país.

Entre aplausos, sometió a votación popular el nombre del nuevo Tren México–Nuevo Laredo: “¿Qué les parece Tren del Golfo de México?”, preguntó. Miles levantaron la mano.

El acto terminó con gritos de “¡No estás sola!”, mientras Sheinbaum bajaba del templete para mezclarse con la gente. Selfies, abrazos, flores y niñas que le regalaban muñecas “Claudita”. Una escena que, entre sirenas, matracas y bocinas de tren, confirmó que la presidenta quiso despedirse como empezó: rodeada del pueblo y con la fuerza de su historia.

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