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Por Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
El pasado 1 de octubre se cumplió un año de la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de la República. En estos doce meses ha quedado claro que, con ella al frente de México, el proceso histórico denominado Cuarta Transformación se consolida y se profundiza.
La presidenta Sheinbaum ha mantenido la política social emprendida por el exmandatario Andrés Manuel López Obrador en 2018: una política basada en la austeridad, el combate a la corrupción y el beneficio al pueblo de México, con el propósito de garantizar mayor justicia y equidad.
Ahora bien, esa política, con Claudia Sheinbaum, se ha ampliado. Han comenzado a operar nuevos programas sociales, como Salud Casa por Casa (que lleva visitas de personal de salud a los hogares de adultos mayores), las becas para estudiantes de educación básica y la extensión de la pensión a mujeres a partir de los 60 años.
En materia de infraestructura, el gobierno de Sheinbaum ha emprendido obras que permitirán consolidar a México como un país con una amplia red de trenes de pasajeros, un medio de transporte que los gobiernos neoliberales habían privatizado.
La oposición, durante este primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, se ha comportado igual que en la administración anterior: critican todo, no presentan propuestas, difunden mentiras y no logran articular un proyecto de nación capaz de generar simpatías en el pueblo de México.
Así pues, el segundo piso de la Cuarta Transformación marcha viento en popa: Claudia Sheinbaum mantiene, en prácticamente todas las encuestas, una aprobación superior al 75%, mientras que los partidos opositores enfrentan un creciente rechazo social.
La Cuarta Transformación, a siete años de haber iniciado, ha demostrado que no se trata solo de un cambio de gobierno, sino de un cambio de régimen, cuyo objetivo principal es el bienestar del pueblo de México.
