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“Yo Soy democrática”: asegura Claudia Sheinbaum

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  • Viejo priismo, terrenos incautados y reflexiones íntimas
  • Refuerza la extinción de dominio, exige pruebas antes de juzgar
  • Marca distancia con el fantasma autoritario que le achacan los adversarios

 

Juan R. Hernández

Ciudad de México.- Un año después de haber asumido la Presidencia, Claudia Sheinbaum amaneció en su escenario favorito: el Salón Tesorería de Palacio Nacional. Rodeada de aplausos, flores verbales y uno que otro reproche disfrazado de pregunta, celebró el primer aniversario de su gobierno y de “La Mañanera del Pueblo”, espacio que, dijo entre risas, también le ha enseñado a extrañar más a su familia y a su nieto. “Gracias por aguantar”, bromeó al dirigirse a los periodistas que la acompañan todos los días.

La atmósfera fue de fiesta, pero no exenta de tensiones. Tras las felicitaciones, un reportero monopolizó el micrófono con nueve preguntas: Adán Augusto y su desgaste en Morena, los terrenos incautados a cercanos a Alito Moreno, la reforma electoral. La presidenta se movió entre la evasiva elegante y la ironía política: “Están acostumbrados al viejo priismo, al dedazo, a que el presidente decida todo… así no”.

En su estilo, insistió en que “tiene que haber pruebas” antes de juzgar a cualquier figura, incluido el exsecretario de Seguridad tabasqueño hoy preso y las sombras que se proyectan sobre Adán Augusto. “Yo soy democrática”, repitió, marcando distancia con el fantasma del autoritarismo que le atribuyen los opositores.

No faltaron anuncios: reforzar la extinción de dominio para que propiedades ligadas a corrupción terminen en escuelas y universidades. Ahí el nombre de Alito Moreno apareció como símbolo de un priismo que, aseguró, sigue encadenado a la riqueza mal habida.

El salón, lleno de gobernadoras y alcaldes del Valle de México, tuvo su momento de anécdota involuntaria cuando a la presidenta se le borró de la memoria el apellido de la alcaldesa de Tláhuac: “Berenice… ¿cómo se apellida?”. El lapsus arrancó sonrisas y algún murmullo burlón en primera fila.

Así, entre reflexiones íntimas, felicitaciones políticas, bromas improvisadas y el inevitable asedio de los cuestionamientos, Sheinbaum cumplió su primer año de gobierno: con una mañanera que, fiel a su estilo, combina la solemnidad del poder con los tropiezos humanos de quien, por ahora, marca el rumbo del país.

 

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