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Por Ricardo Sevilla
Ricardo Salinas Pliego es un cínico. Tiene la cara más dura que una tabla.
Ahora dice que la presidenta Claudia Sheinbaum lo está difamando.
El tipo, que es un auténtico desfachatado, trata de salirse por la tangente.
Como todo truhán, quiere cambiar de tema y hablar de Hernán Bermúdez, llamándolo “delincuente”.
Sin duda lo es. Pero ¿Salinas Pliego no lo es? ¿El dueño de TV Azteca es diferente?
Echémosle un vistazo a lo que ha hecho el dueño de la tienda de usura Elektra.
Ayer, por ejemplo, Grupo Salinas publicó un comunicado donde reveló que Salinas Pliego pagó 25 mdd para evitar arresto en EUA por el conflicto que el deudor fiscal tiene con AT&T. Es decir: este empresario quiso picarle los ojos a sus socios.
Y eso no es todo.
El pasado 15 de agosto, la Profepa llevó a cabo un operativo en la sede de la empresa Typhoon Offshore en Ciudad del Carmen, Campeche. ¿Y qué sucedió?
Que la inspección reveló que la compañía, propiedad de Salinas Pliego, dedicada al mantenimiento de maquinaria industrial y con contratos con Pemex, operaba sin la autorización de impacto ambiental emitida por la Semarnat. Y las autoridades la cerraron.
Pero le digo más: Salinas Pliego fue el anfitrión de una fastuosa cena el sábado el 12 de julio, en el Hotel Camino Real de Polanco. El pretexto de Salinas fue ponerse de tapete, digo: honrar y dar la bienvenida, al el embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson.
¿Traidor a la patria? ¿Usted qué opina?
Hoy los acreedores de Salinas Pliego sostienen que el dueño de Salinas y Rocha ya no debe 400 millones de dólares, sino que ya debe 565 millones.
Y tampoco eso es todo.
Aquí, en México, Salinas Pliego le SAT le debe 75 millones de pesos. Y, como todo evasor, asegura que él no debe impuestos al SAT y acusa al gobierno federal de usar al fisco como un mecanismo de extorsión.
Y entonces yo le pregunto: ¿Quién es el delincuente?