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Por Eduardo López Betancourt
Evitan el contacto directo
Se pensó que con la designación de nuevos integrantes del Poder Judicial Federal se abrirían mejores oportunidades orientadas a favorecer a los ciudadanos.
Sin embargo, no ha sido así. El pasado 17 del presente mes, asumieron el cargo varios jueces y magistrados, pero lejos de atender con apertura a los solicitantes de justicia, repitieron las prácticas de sus antecesores.
La vanidad, la soberbia y la prepotencia alcanzaron a muchos de ellos. Evitan el contacto directo y delegan la atención en secretarias que, más que asistentes, se comportan como guardianes que impiden cualquier acercamiento.
Es cierto que debe existir personal que organice audiencias, pero estas tendrían que realizarse con prontitud y en horarios claros, evitando la anarquía actual. Lo inaceptable es que dichas personas reproduzcan actitudes de rechazo y que los juzgadores se amparen en ello.
Un juez o magistrado debería mantener abiertas sus puertas, demostrando con hechos que existe una diferencia frente a un pasado deplorable. Igualmente resulta indispensable establecer horarios uniformes para recibir a los interesados. Hoy cada despacho fija sus reglas: unas veces caprichosas, otras absurdas. Algunos incluso señalan: “no recibo a nadie hasta que el asunto esté enlistado”, pero cuando llega ese momento ya es demasiado tarde, pues la resolución ya está tomada, casi siempre con base en la opinión de los mismos secretarios de siempre, rara vez distinguidos por su honestidad.
Los cambios deben ser reales, palpables y productivos. De lo contrario, todo seguirá igual: jueces y magistrados en las mismas.