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1985, aprendizaje de vida

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Por Salvador Guerrero Chiprés

LA COMPROBACIÓN DE LO APRENDIDO

Cada 19 de septiembre renovamos sobre la memoria y tragedia de miles de muertos el recordatorio de un país donde la prevención es cuestión de vida. En el 40 aniversario del terremoto de 1985 y el octavo del inverosímilmente coincidente de 2017, el simulacro nacional de este viernes es un acto de comprobación de lo aprendido.

Los segundos cuentan mientras duda e improvisación matan. El sistema de alertas redujo en Japón en 80 por ciento los decesos por sismos.

En edificios con protocolos de desalojo, la posibilidad de sobrevivir aumenta. La alerta sísmica difundida a través del C5 desde hace 10 años puede ser la diferencia entre quedar atrapado o salir con vida.

La complejidad sísmica de la CDMX obliga a contar con instituciones listas para actuar con rapidez en coordinación con una ciudadanía consciente de la necesidad de fortalecer la cultura preventiva.

Los simulacros, lo ha definido la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, no son solo ejercicio técnico, sino ejemplo del poder de coordinación interinstitucional y ciudadana. Nuestro aprendizaje sísmico es también comunitario y político.

En el ejercicio de este viernes se ensayan respuestas reales. Cuando niñas y niños saben a dónde dirigirse, las y los trabajadores identifican la salida más segura y la comunidad toda se coordina en un sitio de reunión, la práctica de salvamento es punto de comunión cívica.

La prevención es dinámica, exige actualización. Por eso la CDMX tiene en el Atlas de Riesgos una herramienta viva. Bajo la visión de la secretaria de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, Myriam Urzúa, este documento se ha convertido en un mapa de la vulnerabilidad.

Los temblores no desaparecerán. Se hacen gestionables los riesgos. Cada simulacro recuerda a la preparación como la mejor herramienta hasta para el peor escenario.

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