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Por Eduardo López Betancourt
Sin duda, la incompetencia abarca diversos aspectos, y uno de ellos es el caótico tráfico que se padece en la capital. En él se refleja de manera evidente la ineptitud de quienes están al frente de la vialidad, al desconocer que existe una ingeniería especializada que permite agilizar y mejorar la movilidad urbana.
Para muestra basta un ejemplo: en la Ciudad de México se permite que circulen todo tipo de vehículos en cualquier horario. Sin embargo, los camiones, tráileres y, en general, el transporte pesado deberían hacerlo únicamente en determinadas franjas, por ejemplo, de las 22:00 a las 6:00 horas. Otro aspecto preocupante es el descontrol de las motocicletas, que cada vez circulan con mayor arbitrariedad y ponen en constante riesgo a los peatones.
Es indispensable que personas capaces y con preparación dirijan el tránsito en la capital. Recientemente ocurrió una tragedia: una pipa de gran tamaño volcó a las 14:00 horas, provocando varias muertes y numerosos heridos. Todo ello porque el accidente sucedió en plena hora pico. De haberse respetado un horario restringido, probablemente el percance no habría ocurrido; y, en caso de suceder, las consecuencias habrían sido menores.
Otro ejemplo de desorden en la movilidad es la anarquía del transporte público, cuyos conductores establecen sus propias rutas en perjuicio de los usuarios.
El tránsito de unidades con veinte ruedas o más también debe ser objeto de análisis para determinar si es viable que circulen dentro de la ciudad, pues además de ocasionar accidentes, dañan el pavimento y generan incontables baches.
Insistimos: basta de improvisaciones y del constante amiguismo que han llevado a la ciudad al borde del colapso. La gran metrópoli merece ser dirigida por verdaderos profesionales.