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El caudal alcanzó niveles críticos en los municipios de San Mateo Atenco, Lerma y Metepec, provocando encharcamientos, filtraciones y alarma entre los habitantes
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El cauce del Río Lerma atraviesa una de sus etapas más delicadas en los últimos años, y es que, tras semanas de intensas lluvias, el afluente se encuentra al límite de su capacidad y amenaza con desbordarse en distintos puntos de San Mateo Atenco, Lerma y Metepec.
La situación mantiene en vilo a miles de familias que habitan cerca de sus márgenes.
En la ribera de San Lucas Tunco, en Metepec, el agua ya alcanzó el borde de patios y cocheras; los vecinos colocaron costales de arena para contener el ingreso a sus hogares.

Mientras tanto, en San Pedro Cholula, Ocoyoacac, se reportan más de mil damnificados debido a que las lagunas y corrientes conectadas al Lerma rebasaron su límite, anegando viviendas y parcelas. “El olor es insoportable porque no es solo agua de lluvia, también arrastra aguas negras”, relató un poblador.
El panorama en Lerma tampoco es alentador. En el Puente Antiguo y la zona industrial, el nivel del río se ubica a escasos centímetros de tocar la base de la infraestructura.
Autoridades municipales desplegaron brigadas para monitorear en tiempo real el comportamiento del caudal, aunque hasta ahora no se han ordenado evacuaciones generales.

Especialistas en gestión hídrica insisten en que la raíz del problema radica en la falta de mantenimiento: toneladas de lirio acuático y basura reducen la capacidad del cauce, mientras que zanjas y drenajes permanecen colapsados. Han recomendado ejecutar obras urgentes de desazolve, reforzar bordos y establecer un programa integral de saneamiento que involucre a los tres niveles de gobierno.
La población, sin embargo, asegura que no basta con promesas, pues en San Mateo Atenco, un vecino que observaba el caudal crecido señaló con preocupación: “Con una tormenta más, el agua se nos mete a las casas. Vivimos con miedo cada temporada de lluvias”.
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