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Por Ricardo Sevilla
Han sido días muy agitados en el país: una explosión ayer, en el oriente de la CDMX.
Pero hablemos de la red de huachicol fiscal de Los Primos, que se presume dirigían el vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna y su hermano, el contralmirante Fernando Farías, una historia que ha impregnado todos los medios de comunicación.
Se presume que esta red gestionaba una megaoperación capaz de cerrar la aduana de Tampico por alrededor de una hora para descargar millones de litros de diesel en cerca de 300 pipas.
Pero la banda no se contentaban con eso.
Esta gente, que supuraba ambición por todos sus poros, buscaba tener el control de todas las aduanas marítimas del país.
De hecho, durante la audiencia en la que se vinculó a proceso a 10 marinos, la FGR no se anduvo con cuentos y señaló:: “se advierte la existencia de una organización delictiva integrada por personas de la Marina, funcionarios, agentes aduanales y empresarios”.
Tenían operando desde 2023.
Y no eran delincuentes de poca monta. La FGR asegura que formarían parte de una agrupación criminal con enorme poder económico, capaz de corromper o coaccionar, tanto a empresarios, trabajadores y funcionarios, para prestar sus servicios, con alcances que se extienden a Tamaulipas, Colima, Sonora y la CDMX.
Y se movían rápido y como peces en el agua.
La indagatoria de la autoridad, para decirlo con datos duros, sostiene que el alcance de esta estructura criminal era tal que manejaba entre 290 y 300 pipas, en las que descargaba, en lapso de una hora, el contenido de los buques.
Y no eran pocas embarcaciones dedicadas al saqueo de combustible. Entre marzo de 2024 y mayo de 2025 sumaron 31 buques.
¿Qué quiere decir todo esto? Que no se trata solo de delincuencia común; es un fenómeno de criminalidad de cuello blanco y élite.
Y es que, lamentablemente, las mayores afectaciones a la sociedad suelen provenir de las esferas del poder.
