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Un nuevo caso de brutalidad policial, vecinos de la colonia Campestre Guadalupana denuncian que un joven fue detenido y violentamente golpeado por elementos
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En Nezahualcóyotl en la colonia Campestre Guadalupana, un joven fue interceptado por policías municipales y estatales que, lejos de proceder conforme a la ley, lo sometieron a una brutal golpiza así lo expone en denuncia para Diario Basta vecino de la demarcación.
Testigos narraron que los agentes lo tiraron al suelo y lo agredieron con codazos, puñetazos y patadas, además de aplicarle rodillazos en el cuello que le provocaron asfixia momentánea y heridas en diferentes partes del cuerpo.
La denuncia presentada por la familia indica que, tras la agresión, los mismos policías exigieron al padre de la víctima la suma de 11 mil pesos para liberarlo. La extorsión, sumada a la violencia física, generó indignación entre vecinos y organizaciones de derechos humanos, quienes calificaron el hecho como una muestra de impunidad y abuso institucional.
“Es un abuso indignante, ¿cómo vamos a confiar en la policía si son ellos quienes golpean y extorsionan? Ya no sabemos si temerle más a los criminales o a quienes portan uniforme”, expresó doña Carmen, vecina de la zona.
La familia del afectado dirigió un llamado a las autoridades estatales para que se castigue a los responsables. Argumentan que no se trata de un hecho aislado, sino de una práctica recurrente que ha sido denunciada sin resultados en diferentes colonias de Nezahualcóyotl.
De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), durante 2024 se registraron más de mil 500 quejas por uso excesivo de la fuerza en el país, y el Estado de México fue una de las entidades con mayor número de incidentes. Colectivos civiles como Justicia Proactiva han advertido que la ausencia de protocolos claros y de mecanismos de supervisión permite que los abusos policiales se repitan sin sanciones ejemplares.
Especialistas en seguridad señalan que casos como este no solo vulneran la integridad de las víctimas, sino que profundizan la desconfianza social hacia las
instituciones, debilitando el tejido comunitario.
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