585 lecturas
Por Eduardo López Betancourt
Hace cinco años se descubrió una auténtica patraña del Fiscal de la República, quien inventó un delito y, con el apoyo de funcionarios corruptos, envió a prisión a la señora Alejandra Cuevas. En una persecución perversa, la mantuvo encarcelada por más de un año. No bastaron la ley ni los ruegos, incluso de rodillas, de los familiares de la víctima.
Doña Alejandra Cuevas, de 72 años, fue esposa de Federico Gertz Manero, hermano mayor del fiscal, y el conflicto surgió por cuestiones hereditarias. El influyente funcionario no contuvo su poder y, en grabaciones telefónicas, se le escuchó dar órdenes indirectas a ministros de la Suprema Corte.
Finalmente, el 28 de marzo de 2022, se hizo justicia y la señora Cuevas recuperó su libertad. Era evidente que el fiscal debía renunciar; incluso procedía su destitución por parte del Senado. Lo insólito ocurrió: continuó en el cargo y recibió el respaldo presidencial.
Gertz representa una sombra para la llamada 4T. Es un “pájaro de cuenta” con múltiples señalamientos: aparece en los Papeles de Panamá, donde se le ubicó dinero en un paraíso fiscal; se denunció su inmensa fortuna, cuyo origen resulta incierto; posee una colección ostentosa de automóviles y numerosos inmuebles, lo cual contradice la austeridad republicana, sobre todo porque su trayectoria se limita a cargos públicos desde 1964. En esa época tuve la mala fortuna de conocerlo y padecer su cobarde persecución.
Se pensó que, tras el caso de la señora Cuevas, se vería obligado a dejar el puesto, pero no fue así. Continuó utilizando la Fiscalía para saciar venganzas personales y emprender persecuciones inmorales. Entre ellas destaca lo ocurrido con la reconocida actriz Silvia Pinal, y también contra un destacado académico universitario, de quien llegó a decir ante altos funcionarios: “Es el momento de vengarme de él”. Como acostumbra, le fabricó un delito que, de haber existido, habría sido competencia local, nunca federal.
Algo siniestro debe de proyectar Gertz, pues auténticamente se le teme. Sin embargo, deberá llegar el día en que, frente a sus fechorías, responda también por haber intentado denostar, ofender y encarcelar a su propio yerno.
Por ahora, la familia Cuevas ha acudido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con la esperanza de que asome el “rayo de la justicia” y este personaje pague sus múltiples cuentas pendientes con la misma.