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Por Lengua Larga
Alguien debería de decirle a Azucena Narváez, de Azcapotzalco, que el traidor no es quien ella cree.
A pesar de que se sabe que César Olivares no la quiere porque ella se quedó con el puesto al que él aspiraba; sin embargo, el hombre se ha dedicado a despotricar en contra de Narváez.
Dicen por ahí que en Azcapotzalco mágicamente aparecieron 70 puestos de tortas callejeras y que Olivares le dice a todos que son de Azucena para despistar al enemigo, pero esta chismosa se acaba de enterar que los puestos son de César, bueno, que él los autorizó por la módica cantidad de 50 mil pesos cada uno.
Hagamos cuentas, si a cada tortero le pidió ese monto el exconcejal se llevó la cantidad de 3 millones 500 mil pesos.
Y es que dicen que anda muy hambreando porque ya contaba con dos plazas de la concejal María Teresa Pérez, su hija pródiga en la administración pasada, pero que cuál Judas lo traicionó al igual que al secretario particular, David Zaragoza.
Este último, mejor conocido como el Cristo tepaneca de Chintololandia, es la mano que mece la cuna, pues es el Pepe Grillo de Nancy Núñez; bueno, el acusón chismoso que mete hilo para sacar hebra.
Azucena querida, recuerda que el león no es como lo pintan y la gente de la que te rodeas es más ponzoñosa que una araña violinista.
Está columnista te da el pitazo, Olivares pide dinero a tu nombre y amedrenta gente bajo el “es la directora de Gobierno”.
