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Vecinos acusan al gobierno de Chimalhuacán, encabezado por Xóchitl Flores Jiménez, de lucrar con un evento que debía ser comunitario para todos y todas
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La Feria Metropolitana 2025 (FEMECHI), organizada por el ayuntamiento que encabeza la alcaldesa Xóchitl Flores Jiménez, dejó de ser un espacio abierto para convertirse en un espectáculo de acceso restringido que le da la espalda y cierra las puertas a las familias de escasos recursos.
En Chimalhuacán, la indignación ciudadana no cesa lo que antes era una celebración gratuita y símbolo de convivencia familiar, hoy se ha transformado en un evento con precios que la mayoría no puede pagar.
Las familias denuncian que, mientras el municipio enfrenta carencias urgentes en servicios básicos, el gobierno local ha decidido concentrar esfuerzos en un evento que ahora genera ingresos extraordinarios.

Los boletos para el concierto de Alfredo Olivas, por ejemplo, se venden desde 700 hasta 3,000 pesos, cifra impensable para los bolsillos de la mayoría de los habitantes.
“Nos cobran por algo que debería ser del pueblo, porque ya lo financiamos con nuestros impuestos”, reclamó Carmen López, vecina de Acuitlapilco.
Su molestia es compartida por decenas de residentes que aseguran que las calles siguen con baches, la recolección de basura es irregular y la inseguridad mantiene a las familias en zozobra.
Lejos de sentirse respaldados, los habitantes de colonias populares aseguran que esta feria confirma la desconexión del ayuntamiento con la realidad. “Es absurdo que digan que con los boletos garantizan calidad y seguridad, cuando no hay transparencia de a dónde va el dinero recaudado”, señaló Roberto Mendoza, comerciante que asegura haber perdido clientela por el desvío de recursos hacia el evento.

En redes sociales y en reuniones vecinales se repite la misma pregunta: ¿qué destino tendrán los millones obtenidos de la venta de entradas? La falta de informes claros alimenta la sospecha de que la FEMECHI se ha convertido en un negocio más de la administración municipal.
“Antes era un festejo que nos unía como comunidad; hoy es un lujo para quienes pueden pagarlo”, lamentó Juana Torres, madre de dos adolescentes que se quedarán sin asistir.
La feria, que debería representar cultura, identidad y tradición, se percibe ahora como un espejo del abandono institucional: mientras la alcaldía presume artistas, los vecinos siguen lidiando con apagones, calles oscuras y colonias inseguras.
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