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Habitantes acusan que el ayuntamiento ignoró durante años la operación de estas redes de vigilancia delictiva, esto mientras la inseguridad crecía sin tregua
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El municipio de Nezahualcóyotl quedó exhibido como un territorio vigilado por la delincuencia. Cincuenta cámaras clandestinas, instaladas estratégicamente en postes públicos, fueron retiradas por elementos de seguridad local luego de que vecinos denunciaran su existencia.
Estos dispositivos eran utilizados por bandas criminales para monitorear calles, identificar a posibles víctimas y anticipar la presencia de patrullas, lo que les permitió operar con total impunidad durante años.
Lo que más indignó a la población no fue el hallazgo, sino la pasividad de las autoridades. “Aquí todos sabíamos que esas cámaras no eran del municipio; se veía quién las ponía y para qué las usaban. Y aun así nunca hicieron nada hasta ahora que les reventó en la cara”, declaró una vecina de la colonia Vicente Villada.

Para los residentes, la supuesta “acción contundente” llegó demasiado tarde y refleja el abandono de un ayuntamiento que solo actúa tras la presión ciudadana.
Las cifras oficiales pintan un panorama aún más desolador: Nezahualcóyotl suma 6,800 carpetas de investigación en lo que va del año, colocándose entre los municipios con mayor incidencia delictiva en el Estado de México.
El robo de vehículos encabeza la lista con 2,300 casos, seguido por asaltos a transeúntes que registraron un aumento del 9%. Aunque los homicidios dolosos bajaron ligeramente a 48, el miedo no cede: el 73% de los habitantes asegura sentirse inseguro en su propia colonia.
Mientras las autoridades locales presumen el desmantelamiento de la red de cámaras ilegales como un logro, la población insiste en que no basta con operativos mediáticos.

“De nada sirve quitar los fierros si no van tras quienes los colocaron. Esto es puro show”, señaló otro vecino.
La exigencia de la comunidad es clara: vigilancia real, prevención efectiva y estrategias de seguridad que devuelvan la tranquilidad a un municipio donde, paradójicamente, la delincuencia tenía más ojos que la policía misma.
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