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Por Pedro Linares Manuel
Hablar de pensión y jubilación es hablar de seguridad, de derechos laborales y de la tranquilidad que todo trabajador merece tras años de esfuerzo. Sin embargo, pocas personas conocen a detalle cómo funcionan en México y cuál es la diferencia entre ambas.
La pensión es un ingreso vitalicio o temporal que se otorga no solo al llegar a la edad de retiro, sino también en situaciones como accidente, invalidez o incapacidad permanente. Es, en esencia, un respaldo de seguridad social.
La jubilación, en cambio, está directamente vinculada con los años de trabajo y cotización. Marca el inicio formal de la etapa en la que dejamos de laborar para recibir un ingreso por el tiempo que hemos aportado al sistema.
En México existen dos regímenes principales que determinan cómo y cuánto se recibirá:
•Régimen 1973 (viejo sistema): Aplica para quienes comenzaron a cotizar antes del 1° de julio de 1997. En este esquema, el cálculo de la pensión depende del promedio del salario de las últimas 250 semanas (aproximadamente 5 años) y de las semanas cotizadas. El trabajador debe haber acumulado al menos 500 semanas de cotización.
•Régimen 1997 (nuevo sistema): Aplica para quienes comenzaron a cotizar a partir del 1° de julio de 1997. Aquí la pensión depende directamente de lo acumulado en la cuenta individual de AFORE, las aportaciones realizadas y los rendimientos generados. El mínimo requerido es de 750 semanas de cotización (que aumentará gradualmente hasta 1,000).
Caso práctico: Don Alberto, profesor de secundaria, cotizó bajo el régimen de 1973. Al jubilarse, recibió una pensión calculada sobre su salario promedio y semanas trabajadas. Su vecino, en cambio, que empezó a cotizar en 2000, pertenece al régimen de 1997 y su pensión dependerá del ahorro en su AFORE. Ambos trabajaron, pero el esquema que les aplica cambia radicalmente el monto que recibirán. Por ello, es fundamental saber en qué régimen estás, qué requisitos debes cumplir y cómo puedes mejorar tu futuro ingreso. Conocerlo con anticipación evita sorpresas y permite tomar decisiones más inteligentes sobre aportaciones voluntarias, continuidad laboral o estrategias de ahorro paralelo.
La pensión y la jubilación no son un trámite lejano: son un derecho ganado con tu esfuerzo. Prepararse con tiempo es garantizar una vejez con dignidad.
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