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Por Salvador Guerrero Chiprés
En la Grecia clásica había un espacio representativo de la vida cívica, donde filósofos, comerciantes y ciudadanos se reunían para debatir, comerciar y decidir el rumbo de la polis. Allí, la palabra y la presencia física eran las armas más poderosas de un pacto implícito de corresponsabilidad.
Ese sitio común encarnaba la idea de que la protección no es una tarea exclusiva del gobernante, sino una construcción colectiva donde cada voz, gesto y acuerdo reforzaban la convivencia. Ahora, en las grandes ciudades, las ferias de la prevención son herederas modernas de esas ágoras atenienses: lugares abiertos donde gobierno y ciudadanía se encuentran para tejer seguridad desde abajo.
En la Ciudad de México, bajo el impulso de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, estas ferias surgen como un mecanismo de proximidad, como la Feria Comercial por Tu Seguridad de este fin de semana en Coyoacán, con la participación, entre otras instancias, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y el C5.
Ante las señales de mejora en la incidencia delictiva se vuelve crucial no confiarse, sino profundizar en la raíz de ese avance. La autoprotección, entendida como conciencia activa del entorno, encuentra en estos eventos su laboratorio más eficaz sobre cómo prevenir y qué herramientas tecnológicas están disponibles.
Bajo esta lógica, una feria de prevención es ejercicio de empoderamiento ciudadano.
La reducción de 61 por ciento en delitos de alto impacto este año en la CDMX, respecto al periodo enero-julio de 2019, se explica a partir de mayor presencia policial, uso de tecnología como cámaras y botones de pánico y colaboración ciudadana.
Si en la antigüedad griega el ágora era el espacio para la deliberación y la toma de decisiones colectivas, en la Ciudad de México las ferias recuperan esa esencia adaptada a las necesidades actuales.
