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Por Eduardo López Betancourt
Cuando no se olvida
El ser humano nació para amar. Desde el momento en que existimos, comenzamos a experimentar diversas formas de afecto. Por lo general, el primer amor que conocemos es el de nuestra madre: quien nos brinda cariño, protección y una devoción incondicional.
Con el paso del tiempo, descubrimos el amor ligado a la atracción sexual, un sentimiento que puede ser intenso, apasionado y transformador. Algunas personas llegan a casarse con su primer amor, pero lo común es que vivamos varias experiencias afectivas a lo largo de la vida, incluidos matrimonios, antes de encontrar a la persona con la que realmente conectamos de forma plena.
El conflicto surge cuando un “viejo amor” no se olvida. Especialmente en los casos en que alguien vive con una pareja que no ama, pero aún recuerda con nostalgia un idilio de juventud. Esta situación puede convertirse en un tormento silencioso que daña profundamente a ambas partes.
Imaginemos el escenario: una mujer confiesa a su compañero de vida que no ha podido olvidar a quien fue su primer amor, y que él no es más que un sustituto. El impacto emocional es devastador. Escuchar frases como: “Añoro al hombre que me hizo sentir mujer” resulta no solo doloroso, sino cruel. Para quien cree haber sido elegido por amor, descubrir que solo fue aceptado por conveniencia, o por razones económicas, es una herida profunda al corazón y a la dignidad.
Lo verdaderamente indigno es decirle a la nueva pareja que aún se extraña al ex. En ocasiones, el silencio es más compasivo que la verdad desnuda que hiere sin necesidad.
Si no hay amor, al menos deben existir el respeto y la lealtad. La honestidad, aunque dolorosa, es preferible a la manipulación emocional. Toda relación sentimental debe construirse sobre la base de la sinceridad, la empatía y la capacidad de entrega auténtica.
Porque en el amor, como en la vida, hay muchos desafíos. Pero si algo es indispensable para que una relación florezca es la comprensión, sin la cual no puede haber vínculos verdaderamente sólidos ni significativos.