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Por Ricardo Sevilla
Salir y decir: “Todos somos Loret es una mentira”.
Es un yerro. No todos somos Loret. Ni queremos serlo. ¡Ni el diablo lo mande!
Y es que respaldar y, peor aún, salir a declararle admiración a ese presentador de noticias es admirar a un sujeto que, más que periodismo, hace montajes televisivos.
Loret, quien ahora que Israel Vallarta ha salido libre –curiosamente– está de vacaciones, no ha entendido que los montajes televisivos son sumamente perniciosos.
Y no solo para la audiencia que, a partir de esas nefastas puestas en escena, toma una postura y respalda o condena un hecho.
Los montajes televisivos, que Carlos Loret, tan recurrentemente ha practicado, han terminado por hacer daño. Uno de ellos: privar de la libertad a muchas personas.
Y, por otro lado, se han dedicado a lavarle la cara a muchos delincuentes.
Enrique Krauze y Ciro Gómez Leyva deberían pensar bien las cosas antes de salir y brindarle su respaldo a un personaje que, desde los micrófonos y cámaras de Televisa y ahora de LatinUs, ha mentido con desfachatez.
Todo mundo sabe que el tema de Israel Vallarta fue un montaje.
Este hecho, que marcó un hito en la ética periodística en México, generó un escándalo diplomático y un intenso debate sobre la veracidad de la información que los medios masivos ofrecen a la audiencia.
Algo que no quieren ver los comunicadores de derecha.
Los montajes televisivos son un síntoma de la profunda crisis de credibilidad que enfrentan los medios de comunicación corporativos.
Infelizmente, en esta época hay múltiples “burbujas” informativas donde cada grupo consume y valida la información que se alinea con sus creencias preexistentes. “Todos somos Loret” se convierte en el grito de guerra de una de estas burbujas.
Respaldo a Loret no es respaldo a la libertad de expresión, es respaldo a la mentira.
Pero decir “Todos somos Loret” es ignorar a las víctimas de su periodismo.
El show mediático no justifica la privación de la libertad de ninguna persona.