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Se define como posverdad la distorsión de una verdad para manipular y es lo que muchos comunicadores han estado haciendo desde el sexenio pasado. En el caso del conductor (que no periodista) Ciro Gómez, de Imagen, lo ha hecho una y otra vez, defendiendo lo indefendible y hasta leyendo cartas del “más allá” de Isabel Miranda; la posverdad en toda su extensión, glorificando lo que a su juicio (o su interés, vaya usted a saber) debe defender cual caduco adalid. Ahora le ha tocado a Israel Vallarta, o más bien, a la jueza que lo liberó, Mariana Vieyra y que es la misma que condenó a la hermana de Xóchitl Gálvez a 89 años de prisión. En su brevísimo artículo de ayer domingo en Excelsior pone en duda el criterio de la juzgadora ya que, Malinali Gálvez, hermana de la política, fue también inscrita como víctima de violación a sus derechos humanos y cita el expediente donde se pide la reparación del daño.
Convenientemente el opinador pone en el mismo rasero dos casos totalmente distintos y, quizá por lo breve de su columna, no dice que, las circunstancias de la aprehensión de Malinali NO fueron sembradas, sino en auténtica flagrancia, tampoco dice que los testigos y víctimas de la secuestradora fueron amigos cercanos y conocidos de su hermana Xóchitl y que, en ningún momento han cambiado los testimonios; las declaraciones consistentes y detalladas han sido precisas siempre. Contrario al caso de Vallarta que, como se lo quiera ver, hay probado montaje, participación de conductores de televisión y medios cómplices que, al cabo de los años no han tenido más que reconocer su responsabilidad y “echarse la bolita” (o la papa caliente), por la cantidad de corrupción que surgió de ese caso; pruebas documentales, investigaciones periodísticas y un sin fin de ttestimonios que sus abogados interpusieron para fundamentar lo que la jueza Vieyra finalmente tomó en cuenta para su liberación. Mal por un comunicador que, acostumbrado a nadar entre la porquería, no le queda más que defenderla. Mal también por Grupo Imagen y Excelsior que no tengan el criterio suficiente para llamar a su “conductor estrella” a la reflexión o al menos, si decide seguir defendiendo lo indefendible, sea tan superficial y no quiera ver el fondo o al menos, dé opiniones más coherentes. Por fortuna, pocos ya, creen en los dislates del caduco comunicador.
Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez
