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Vecinos denunciaron que Protección Civil no respondió llamadas de auxilio, mientras bomberos y voluntarios enfrentaban el caos sin apoyo oficial
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La capital mexiquense vivió una noche de terror tras la tormenta que azotó la ciudad el miércoles, cuando una lluvia atípica, acompañada de granizo, desbordó los sistemas de drenaje y convirtió las principales avenidas en auténticos ríos urbanos. Más allá del desastre natural, lo que indigna a vecinos y comerciantes es el desastre institucional que le siguió.
En el centro de la ciudad, especialmente sobre la calle Rivapalacio, el agua invadió al menos 17 negocios en cuestión de minutos. La combinación de basura, ramas, y la incapacidad del sistema pluvial hizo colapsar tramos como Avenida de los Maestros, donde el agua mezclada con desechos provocó daños mayores.
A pesar del nivel de emergencia, la reacción institucional fue prácticamente inexistente. Vecinos de colonias afectadas, como La Mora, aseguraron que llamaron insistentemente a Protección Civil, pero no obtuvieron respuesta.
Ante la ausencia de autoridades, fueron los cuerpos de bomberos y ciudadanos voluntarios quienes atendieron más de 20 emergencias: autos varados, árboles caídos, cables desprendidos. Las escenas eran caóticas. En redes sociales se viralizaron videos de vehículos flotando y alarmas sonando sin control en el corazón de la ciudad.
En contraste, otras zonas históricamente vulnerables como San Cristóbal Huichochitlán no sufrieron daños graves. “El Verdiguel creció, pero no como aquella vez del 2010”, recordó Calixto Morales, vecino de la zona. Sin embargo, avenidas como Miguel Hidalgo, Jesús Carranza y Torres siguen mostrando los estragos de la tromba.
La mañana del jueves trajo imágenes surrealistas: comerciantes sacando muebles mojados al sol frente al Congreso local, brigadas improvisadas quitando lodo y ramas, y funcionarios que aparecieron cuando ya era tarde.
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