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Por Eduardo López Betancourt
Con gran valor una alumna de la Escuela Preparatoria Felipe Carrillo Puerto, de Pijijiapan Chiapas, denunció el horror que tanto ella, como sus compañeras, sufren en el trato escolar. Precisó que sus profesores las acosan e incomodan de diversas maneras, les formulan propuestas de carácter sexual y en general viven un ambiente desagradable, donde debe-ría ser un oasis dedicado a la enseñanza.
La anterior situación no solo sucede en Chiapas, sino en el País entero.
Lamentablemente en todos los niveles escolares se presentan dramáticas circunstancias, siendo lo más reprochable la complicidad de los directivos, quienes protegen a los abusadores, dado que son colegas y mantienen, en ocasiones, amistad de varios años.
Cuando fungí como Presidente del Tribunal Universitario de la UNAM, denuncié hechos de toda jaez a través de diversos medios, acusé a profesores, directivos y sindicatos, fui claro al señalar el daño irreparable que le causan a las víctimas, provocando así su enfado y que se unieran para destituirme de la Institución, intentando difamarme, pero, en mi caso concreto se demostró la infamia. Volviendo al tema que nos ocupa, sucedido en Chiapas, no debe tomarse a la ligera, mucho menos acallar esa voz, o lo peor, tomar represalias.
El acoso escolar es un renglón que debe atenderse con urgencia, en primer lugar, capaci-tando a los docentes, ya que, tengamos en consideración que, a partir de la educación media básica, un buen número de profesores carecen de una formación pedagógica, la cual les obliga mantener respeto hacia el alumno y jamás incomodarlos, mucho menos en un ámbito tan delicado como lo es la sexualidad. Es momento que la Secretaría de Educación Pública y las universidades tomen “cartas en el asunto”.
En el único y “Primer Congreso Internacional Sobre Justicia Universitaria: Género y Dere-chos Hu-manos”, mismo que me permití convocar y que se realizó en noviembre del 2021, participaron todas las universidades públicas del País. En tan relevante evento se obtuvieron importantes resultados, en especial la creación de órganos autónomos para juzgar los abusos en los ámbitos sexuales. Lamentablemente a partir de que enfrenté infamias e injusticias, ocasionado por acosadores sexuales, no hubo continuidad para ese trabajo.
