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Por Ricardo Sevilla
Hay que darle crédito a Adán Augusto López Hernández: su reciente aparición en un medio de comunicación no fue una entrevista cualquiera; fue una clase magistral de cómo evadir los cuestionamientos con una habilidad calculada.
Adán pudo ir a cualquier otro espacio periodístico, digamos afín a la izquierda o a la Transformación, pero por alguna extraña razón prefirió darle una exclusiva a un periodista de derecha.
Una elección que, la verdad, chocó en el ánimo de mucha gente que apoya a la 4T.
Y es que el escenario para el performance de Adán fue el programa de uno de los presentadores más fachos de México: Ciro Gómez Leyva.
Este tipo, como mucha gente sabe, se jacta de ser un periodista muy contundente. ¡Pero qué va!
La verdad es que Ciro solo es fiero y combativo cuando el personaje es de izquierda o, de plano, le cae mal. ¡No fuera Calderón! ¡O su amigo Beltrones!
Ciro, hay que decirlo, tiene una especie de interruptor que se apaga misteriosamente cuando el entrevistado es ¿demasiado importante? ¿O demasiado amigo?
El caso es que la comparecencia de Adán en el programa de Ciro fue todo un festival de preguntitas a modo.
Pero el momento cumbre llegó cuando Ciro le preguntó al senador morenista por Hernán Bermúdez y sus probables nexos con el grupo delictivo “La Barredora”.
Adán Augusto, que insiste en que no le gusta hablar con la prensa, se limitó a soltar una frase hueca y lamentable: “Yo prefiero no prejuzgar”.
La elección de un periodista de derecha y “crítico” para este ejercicio de legitimidad simulada fue, sin lugar a dudas, una táctica burda de parte de Adán (o de su equipo) para eludir el escrutinio real.
Dice Adán Augusto que son “ataques”, porque es un “sapo muy grande” y que, por eso, el tamaño de la pedrada.
Sin embargo, me dicen en el equipo de Adán que las palabras de la presidenta Sheinbaum calaron hondo en el tabasqueño: “Si la fiscalía tiene alguna evidencia contra alguien que sea militante de Morena o no, adelante, que continúe la investigación”.