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Por Juan R. Hernández
La desaparición de Ana Amelí García en el Pico del Águila ha sacudido a la comunidad montañista y exhibe una verdad incómoda: muchos confunden el senderismo con un paseo recreativo sin dimensionar los riesgos que implica adentrarse en zonas como El Ajusco.
Alejandra López-Portillo Chávez, presidenta de la Asociación de Deportes de Montaña y Escalada de la UNAM, lo advierte con claridad: “Salir de la ciudad ya representa un factor de riesgo. En montaña te enfrentas a clima cambiante, aislamiento, lesiones y hasta delincuencia”. Y no exagera. En esa zona abundan reportes de tala clandestina, asaltos y rutas sin señal. Ir solo, como lo hizo Ana Amelí, sin compartir ruta o ubicación en tiempo real, puede ser una sentencia.
La recomendación es clara: no ir sin preparación. Hay que planear la ruta, conocer las condiciones sociales del lugar, ir acompañado por alguien con experiencia y llevar el equipo mínimo indispensable. Una caminata mal planeada puede derivar en hipotermia, deshidratación, extravío o encuentros con grupos delictivos.
Juan Manuel Granados, senderista con más de 25 años de experiencia, también lanza la alerta: “Muchos creen que es como ir al parque. No llevan lámpara, impermeable ni agua. Eso es muy peligroso”. Relata incluso asaltos a excursionistas que se rezagaron. “En ciertas zonas del Ajusco, si te ven solo, eres presa fácil”.
Ambos expertos coinciden: el senderismo no es una actividad para improvisados ni para tomarse una foto de Instagram. Es una práctica de alto riesgo que exige respeto por la montaña… y por la propia vida.
La búsqueda de Ana Amelí continúa, pero su caso debe ser una lección urgente: hacer senderismo no puede tomarse a la ligera. Prepararse o no puede marcar la diferencia entre regresar a casa o no volver jamás.