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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
Caso que no sorprende
Recientemente se dio a conocer un hecho que va más allá de la picardía: se trata de un acto de corrupción protagonizado por el expresidente Enrique Peña Nieto. Según se ha revelado, habría recibido 25 millones de dólares por parte de empresarios israelíes a cambio de facilitar la venta de equipos de espionaje de la marca Pegasus durante su administración.
Un importante diario israelí destapó una disputa entre los empresarios involucrados en el software, lo que derivó en la filtración de información sobre los pagos realizados entre 2012 y 2018 al entonces mandatario mexicano, con el objetivo de obtener contratos sumamente lucrativos.
Se trata de otro episodio que, tristemente, ya no sorprende. La corrupción en el más alto nivel de poder ha sido una constante en México. Aunque podría haber excepciones, la mayoría de los expresidentes han amasado fortunas incalculables. El caso de Carlos Salinas de Gortari es emblemático: ostenta capitales inmensos que disfruta sin pudor alguno. Peña Nieto no se queda atrás. Su estilo de vida es de lujo desmedido y ostentación. Exhibe su riqueza de origen cuestionable, sus constantes relaciones amorosas y una vida frívola que contrasta con la realidad de millones de mexicanos.
Durante su mandato como gobernador del Estado de México, se generó controversia por la muerte de su esposa, oficialmente atribuida a un suicidio. Sin embargo, existen versiones que señalan un hecho violento encubierto por el poder del que gozaba y la complicidad de quienes después se beneficiaron con su llegada a la Presidencia.
En cuanto al caso Pegasus, investigaciones realizadas han documentado la entrega de los pagos al exmandatario. En diciembre de 2023, este escándalo fue analizado en México en relación con la empresa KBH, distribuidora del software. En ese contexto, surgió el nombre clave “Zeus”, presuntamente utilizado por la persona que autorizaba los contratos. Hoy se apunta directamente a que ese alias corresponde al propio Enrique Peña Nieto.
Insistimos: mientras ningún expresidente mexicano enfrente la cárcel por sus actos, la justicia seguirá siendo un discurso vacío, ajeno a nuestra amarga realidad.
