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• Egresar sin olvidar: jóvenes del cobaem celebran raíces, esfuerzo y sueños
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En el corazón vibrante de la Tierra Caliente, el Colegio de Bachilleres del Estado de Michoacán vivió esta semana un momento que quedará marcado en la memoria de su comunidad: las ceremonias de graduación del ciclo escolar 2022–2025. Fueron dos días distintos, el 3 de julio en la sede Huetamo y el 4 en la extensión de Zirítzicuaro, pero con un sólo latido compartido: el de una juventud que sueña, se esfuerza y transforma su realidad a través de la educación.
Cada rostro en la ceremonia llevaba una historia. Historias como la de Erick Joan García Ayala, egresado del Plantel Huetamo, quien fue aceptado en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para estudiar Lenguas y Literaturas Hispánicas. “Pensar que he llegado hasta aquí me da mucha felicidad y motivación para continuar”, expresó con emoción tras recibir su constancia. Su mirada reflejaba no solo un logro académico, sino la esperanza de un futuro construido con dedicación.
Hoy, en Zirítzicuaro, José de Jesús Hernández Castrejón también se despide de esta etapa con los ojos puestos en lo que viene. Está explorando sus opciones académicas con la misma apertura que lo llevó hasta este punto. Como Erick, representa a cientos de jóvenes que con valentía y compromiso avanzan con paso firme hacia su porvenir.
Estos estudiantes no caminan solos. Detrás de cada uno hay familias, maestros y una comunidad que cree en ellos. También hay figuras que los han inspiran desde fuera del aula, como Jesús Luviano, bailarín profesional y productor internacional, originario de Huetamo, cuya historia demuestra que soñar en grande es posible sin perder las raíces. Jesús, estuvo representado por su amiga de toda la vida y también integrante de la comunidad educativa, docente, Maryuli Acosta G.
Jesús Luviano es más que un orgullo huetamense: es un espejo para los jóvenes de su tierra. Su trayectoria, que lo ha llevado desde escenarios locales hasta producciones internacionales, es un testimonio viviente de que el talento local puede brillar en el mundo cuando se cultiva con disciplina, pasión y sentido de comunidad. Su ejemplo recuerda a los egresados que los límites están para romperse, y que regresar a su comunidad como agentes de cambio es una forma poderosa de honrar su origen.
Durante la ceremonia en Huetamo, el director del plantel, J. Cruz Corona Rodríguez, dejó claro que “el conocimiento es poder, pero la actitud abre las puertas”. Conmovido, llamó a los egresados a no olvidar sus valores, a seguir luchando con vocación, y a convertirse en ciudadanos responsables, comprometidos y con calidad humana. México, dijo, necesita jóvenes como ellos: preparados y conscientes de su papel en la transformación del país.
La celebración también contó con la presencia del presidente municipal, C.P. Pablo Varona Estrada, padrino oficial de la generación, quien junto a autoridades locales, reafirmó el compromiso con la educación como motor esencial del desarrollo regional. El ambiente fue de orgullo compartido, emociones profundas y gratitud por cada estudiante que cruzó el escenario con la frente en alto.
En ambas ceremonias se celebró más que el cierre de un ciclo: se honró la fuerza que hay detrás de cada logro, el poder de la educación como herramienta de cambio y la unión comunitaria como sustento esencial. Se demostró que, en Huetamo y Zirítzicuaro, el talento florece, y que el origen no define el destino.
Erick, José de Jesús y cada joven egresado son faros para su generación. Nos recuerdan que todo joven merece una oportunidad, una voz que le diga “sí puedes”, una comunidad que le apoye, y un modelo como Jesús Luviano que inspire a volar sin olvidar de dónde se viene.
Estas ceremonias no solo cierran un capítulo; abren puertas, siembran esperanza y nos invitan a seguir creyendo en el poder de nuestros jóvenes. Porque cuando uno de ellos triunfa, triunfa toda la comunidad.
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